Ese día estaba muy emocionado, finalmente era mi décimo cumpleaños. La manecilla del reloj ya le pisaba los talones a la hora de los regalos. La fiesta estaba llena de gente, desde amigos recientes hasta familiares lejanos. La aglomeración de aquellas ofrendas se pronunciaba voluminosa y con sabor a gloria. Pero de tal cantidad ingente de cajas de colores, solo me podría haber interesado una en específico.
Con el objetivo en mente apuré la tediosa ceremonia de la repartición del pastel. Me aproximé a los regalos con los aires que naturalmente tiene un niño cuando está a punto de abrir casi treinta de ellos. Pero un poco más pronunciado, ya que había uno en particular que anhelaba de forma intensa. Se trataba de algo que estuve pidiendo a mis padres durante meses, y aun percatándome de lo exageradamente caro que podía llegar a ser, mi corazón infantil estaba dando casi tres brincos por segundo de solo imaginarme que podría estar allí.
Y empecé con mi misión. Mis manos rompían el papel decorado de forma precisa y frenética a la vez, al mismo tiempo que mis oídos se deleitaban con la satisfactoria sonata que esto producía. Era un sonido que solo se escuchaba unas cinco veces por año si tenías suerte. Pero yo no lo disfrutaba en su totalidad, ya que estaba ansioso por el supuesto plato principal. Al abrir un regalo contemplaba este por unos segundos, pasaba a la siguiente presa sin rechistar demasiado y repetía el proceso. A los tres minutos llevaba muchos regalos y me empezaba a enojar (yo era un niño muy berrinchudo de por sí), y si toda esa expectación fermentada durante más de medio año explotaba de mala manera, iba a degenerar en una rabieta épica y de dimensiones colosales. Por suerte para todos los presentes, cuando la chispa estaba a roce del barril de pólvora, esta se apagó repentinamente. Había encontrado mi regalo. La emoción fue tal que lagrimeé, y aquella marea furiosa dio lugar a un mar en calma iluminado por el más radiante sol.
Varios de mis amigos se acercaron a contemplar tal pieza, a la par que mis padres miraban con una sonrisa impregnada con cierta satisfacción. Yo los abracé fuerte para luego darles las gracias de forma plena. Me tranquilicé un poco, pero la emoción seguía latente. Realmente quería usar mi regalo, pero obviamente tendría que esperar que la fiesta terminara y me encontrara en mi casa, ya que aparato era bastante complejo por lo que exigía cierto cuidado. Eso, y que en ese entonces era un poco egoísta, tal vez se debía a que era hijo único y nunca había tenido que compartir nada con nadie. Invariablemente este artilugio exigía cierto recelo. La fiesta transcurrió con normalidad, realmente quería que terminara y cada tanto arrojaba miradas en forma de estocada al reloj, para luego posarla en la mesa de regalos y así asegurarme que siguiera allí. Así pasaron las últimas dos horas de mi décimo cumpleaños.
El viaje se me hizo largo, y el desempaque más aún, pero la espera era poca si se comparaba con la grata recompensa que de esta florecería. Luego de distribuir de forma medianamente ordenada varias cajas con regalos, allí estaba, solo en mi habitación, con mi regalo predilecto. La caja era medianamente grande, cuadrada con lados de medio metro, textura lisa, reluciente y metálica. Y cuando leí lo que el texto impreso en esta recitaba, lo pronuncié gesticulando en silencio con mis labios: "Casco de Creación Virtual", y al compás de aquella música sinestésica, se compuso en mi rostro una sonrisa, dirigida por la batuta que el movimiento de mis ojos simulaba.
Se trataba de un aparato de última tecnología, que permitía meterse en otra realidad, para luego crear lo que quisieras. Por suerte, adaptado para que un niño lo pueda manejar. Sin esperar más me lo coloqué. Y así vi que ya estaban disponibles varios mundos "pre-hechos". Pero yo quería empezar de cero, sabía que esto me tomaría muchísimo tiempo y trabajo. Por otra parte, justamente era lo que quería. Gastar todo el tiempo que pudiera, ya que eran vacaciones y no quería pensar que solo faltaba una semana para empezar 5to de primaria.
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El juguete de Númine
Science FictionPequeña burla a la religión y al mismo tiempo legitimación de la misma.