CAP 02 - Tiny Dancer

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ASTOR RICCI

Conocí a Lila hace como cien años, en el último concierto de la gira que terminaba en Fobos. Supe de algún modo que me daría varias canciones.
Siempre salía primera de la cama. Yo había visto la escena tantas veces que había encontrado constelaciones en su piel desnuda. Caminaba el cuarto buscando su ropa, casi sin sonidos, con liviandad sutil y el swing de bailarina innata. Se acercaba al espejo, y al descubrir mi mirada despierta usaba el reflejo para sonreírme. Tenía cierta gracia, estar en los ojos de alguien que te da la espalda. Ver su rostro y verme a mí mismo mirándola a ella.
Se vestía, tratando a la ropa con indiferencia. Todo le quedaba bien. Me besaba y se iba. Dejando perfume, desorden y una estela de belleza. A la tarde volvía envuelta en otra versión, una despeinada, transpirada y con las pecas resaltadas.Los moretones acumulados en sus piernas revelaban que no había sido fácil. Pero su sonrisa bajo los pómulos ardientes, contaba sobre técnicas de baile dominadas en el frío salón. Ahora era mejor que a la mañana, era mejor que ayer. Se había acercado un poco más a lo que para ella era la perfección. Recuerdo los sorbos largos y ruidosos, la botella inclinada, sus ojos cerrados apuntando al techo y su garganta blanca, metrónomo del agua que la hidrataba.Se tiraba en el sillón, exhausta pero satisfecha. Porque había sido libre, como todos los que encuentran arte. Como yo, cada vez que me pongo a describirla. Pero, ¿qué si no tuviera las palabras? ¿Hubiese podido amarla sin los ojos entrenados para encontrar estos detalles?
Sospecho que cuando amamos a alguien la razón reside en cientos de gestos minúsculos que podemos agrupar en torno a su nombre. Lila era metáfora de la belleza, de la superación y la pasión. Benditas las palabras que se ofrecieron a mis propósitos cada vez que su personalidad cruzaba aire con sus movimientos. Las canciones que me dio en vida me hicieron lo que soy.
Sin embargo, el doble filo de la poesía y su socio sepulturero el tiempo, reclamaron mis oraciones paridas de la belleza para componer réquiems nostálgicos.
Pero, ¿qué si no tuviera las palabras? ¿Hubiese sufrido tanto sin los ojos entrenados para encontrar aquellos detalles?
A esta historia le faltan pedazos. Están perdidos como lo estuve yo, todas las noches posteriores a Lila. Sin la cruz del sur de su omóplato derecho, me era imposible volver al rumbo.

— Esta mañana sonó el teléfono. Era una niña, de nombre Astrid Ricci. "La encontraron amigo, encontraron a mi nieta. Hoy mismo viajo a buscarla." Le dije al carnicero del barrio. Que la verdad no es mi amigo, más bien el oyente de mis quejas diarias sobre el clima. Pero estaba feliz y quería compartir la noticia con alguien.

—Me alegro por usted ¿Qué va a hacer cuando se reúna con ella? —Me preguntó el joven sentado junto a mí en el avión de ida.—Supongo que observarla. De seguro es parecida a Lila.

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⏰ Last updated: Aug 14, 2019 ⏰

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