Elijah y Juliett tenían la vida perfecta: una familia, carreras exitosas y un amor que parecía inquebrantable.
Hasta que él la traicionó.
Con el alma hecha pedazos, Juliett se enfrenta a la decisión más difícil de su vida: perdonarlo o aprender a se...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Niños, vengan. Hay helado! —le dijo a sus hijos. Y ellos llegaron corriendo.
Habían pasado tres meses y hoy luego de mucho tiempo vería a Elijah. Luego de bastante al fin lo vería otra vez.
Ella estaba nerviosa, pero trataba de calmarse por Cassy. Su bebé que nacería aproximadamente en cuatro meses.
La cafetería había ido de maravilla, era un gran lugar en donde vivían. Según le dijo su padre a Juliett, Elijah llegaría por sus hijos por la tarde. Los llevaría a donde él residía, o sea donde antes todos vivían. Los traería a los tres días.
Sus hijos estaban emocionados, ella igual. Solo que un poco asustada.
—¿Mami? —Juliett parpadeo repetidas veces y luego le puso atención a su hijo.
—Mande, amor —le contesto a Mitlan.
—¿Papá aun nos quiere? —pregunto Mitlan tímidamente.
Y ella sonrío tiernamente.
—Por supuesto hijo, su papá los quiere bastante. Solo que necesitaba sanar solito, pero ahora ya esta un poco mejor y vendrá a verlos ¿Les parece? —ellos asintieron y ambos abrazaron a su madre.
El cumpleaños de los niños ya se acercaba, pero ahora importaban más su madre y su nueva hermanita. Ellos mismos lo dijeron.
—¿A qué hora llegará? —preguntó Alexander desesperado por ver a su padre.
—Tal vez en un par de horas, una tal vez —le contesto con seguridad Juliett.
Finalmente salió, la cafetería se encontraba abierta, Sofía estaba atendiendo mientas que Diego estaba sentado comienzo un pedazo de pay.
Pasaron exactamente dos horas y media. Ella estaba sentada leyendo y de repente.
—¡Papi! —gritaron ambos niños y corrieron rápido.
Su madre levanto la vista de inmediato.
Y ahí estaba el, su marido, Elijah. Ahí, luego de vario tiempo, luego de tantos meses, lo veía al fin. Su cabello estaba alborotado pero se veía demasiado bien. Su infalible barba estaba ni muy larga ni muy corta, perfecta como siempre. Él era el mismo, con una diferencia.
Su cara tenía una enorme sonrisa. Tan enorme que se podría notar a distancia. Vestía una playera azul y unos jeans.
—Mis niños —dijo él y los cargo. Abranzandolos a ambos.
Juliett no supo como reaccionar ante tal impacto.
Luego Elijah bajo a sus hijos y los tomo de la mano. Él tampoco sabía como reaccionar, trató de planear su reencuentro durante su viaje, no pudo. No sabía ni que decir ni que hacer.
Asi que solo reacciono de manera involuntaria. Corrió junto a sus hijos y se agacho hasta quedar a la altura de la enorme barriga que cargaba Juliett. La abrazo y le dio varios besos a su barriga.