Letter 1

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—¡Dodggie, vámonos!

Tony escuchó el ladrido de su perro y, luego, su trote desparpajado por el puente corredor, hasta él.

—¿Acaso quieres quedarte? —le preguntó al tiempo que abría la puerta trasera del auto. El can dio un brinco al asiento y Tony cerró la puerta. Tras ello, giró en redondo y suspiró—Sí, yo también—murmuró.

Delante de él estaba una magnifica casa en el lago, sostenida por altos pilares y de paredes de vidrio. Era hermosa. Tony había pasado ahí unos días de relajación increíbles.

—Bueno—dijo y sacó del bolsillo de su pantalón un sobre doblado a la mitad.

Caminó hacia el buzón y lo abrió. Alisó un poco el sobre con los dedos y lo dejó en el interior del buzón. Cerró la compuerta, subió la bandera y le dio un par de palmadas en la parte superior. Después de ello, subió a su auto, arrancó y se marchó.

***

Steve detuvo su motocicleta frente a la casa. Bajó un pie, se quitó el casco y, desde ahí, observó la casa que parecía flotar sobre el lago. El sol caía detrás y la dotaba de un brillo especial. Sonrió y bajó finalmente.

Caminó hacia la casa y, al hacerlo, notó que la bandera del buzón estaba arriba, así que fue hasta ahí, la bajó y encontró una carta en el interior. Tomó el sobre, lo giró entre sus dedos y frunció el ceño un poco extrañado.

El sonido de un claxon le hizo dar un respingo y giró hacia sus espaldas.

—¡Hey, Steve!— Bucky, su mejor amigo, se asomó por la ventanilla de la camioneta—. ¿Es aquí?

Steve asintió y caminó hacia él. La portezuela del copiloto se abrió y bajó su mejor amiga, Natasha.

—¡Wow!—exclamó ella al mirar la casa.

—Es increíble, ¿verdad? —preguntó Steve con una enorme sonrisa, al tiempo que se dirigía a la parte trasera de la camioneta en la que estaban todas sus cosas.

—No lo sé, punk—comentó Bucky, al bajar y cerrar la portezuela con un limpió empujón—. No sé. Tienes cero intimidad.

—El baño—contestó Natasha, señalando hacia la casa—, creo que es la única zona con paredes de verdad.

—¿Por qué quieres mudarte a esta cosa? —Dijo, Bucky y sujetó una de las cajas que Steve le tendió.

—Es hermosa—contestó, Steve—. Además, la luz que tendré durante el día será envidiable. La mejor luz de todas.

Bucky chasqueó la lengua y caminó hacia la casa con todo y su caja.

—Pintor tenías que ser.

No fue hasta el día siguiente, a solas, que Steve abrió la carta que había encontrado en el buzón. Se sentó en la isla de la cocina con una taza de café y rasgó el sobre.

Querido nuevo inquilino:

Soy el anterior inquilino. Le doy la bienvenida y espero que su estancia en la casa sea tan buena como la mía. Le comento que las huellas de perro de la entrada ya estaban ahí cuando llegue, también la caja en el ático. No quise mover la una ni borrar las otras, creo que le dan cierta personalidad a la casa.

Otra cosa que quisiera comentarle es que, como es obvio, me mudé; pero ya sabe cómo son en la oficina postal, así que, tal vez, se tarden en hacer el cambio de mi dirección. Por ello, si le llega alguna carta mía, por favor, envíemela a la dirección adjunta.

De antemano, gracias.

Steve le dio un sorbo a su taza de café y frunció el ceño. Se levantó intrigado y caminó hacia el vestíbulo de la casa. Abrió la puerta y miró el piso. No había huellas de perro; caminó un poco más hacia el puente y tampoco encontró nada.

La casa del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora