I: Russischer Schnee.

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Me disculpo si los personajes me quedaron demasiado OoC.
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Introducción.

Sus ojos inquietamente recorrían todo el entorno fuera del auto, curiosos un poco por lo que fuera había. La nieve blanca y pulcra decoraba todos los alrededores, brillando ante la tenue luz del sol que se hacía presente entre las nubes grises, al tiempo en que su cuerpo temblaba un poco por el frío que sentía. Incómodo era la palabra que definía a Alemania, aunque éste no parecía querer expresarlo, puesto que su padre se encontraba a su lado con una expresión seria, temblando como una gelatina.
¿El motivo por el cual estaba bastante incómodo? Aparte del frío que el territorio soviético les entregaba, no había nada que lo superara más que llevar puesto un incómodo vestido blanco floreado, además de estar maquillado (cortesía de su chofer, Gestapo) con unos colores a juego. Sumando todavía más a su inquietud el estar llevando unas mallas abrigadas de color blanco que le apretaban un poco las piernas, junto con unos zapatos negros con hebillas que le apretaban los dedos.
Él detestaba tener que presentarse así, después de todo, era un niño, no obstante, su padre le había pedido estrictamente que se vistiese de dicha manera por su seguridad, a lo que no tenía mucha opción si deseaba acompañarlo a sus reuniones. Al menos no tenía que quedarse en casa, escuchando las burlas de Omsk.

Gestapo cantaba unas canciones en la radio, conforme se acercaban al sitio puesto casi en el medio de la nada, sólo rodeado de pura y blanca nieve rusa, la cual era tan así que simulaba ser un buen par de nubes en reflejo. Mientras viajaba observando aquel panorama, sólo pensaba en qué debería de hacer en ese lugar, repasando las clases obligatorias de su padre sobre modales femeninos, a cargo de una de las criadas de su hogar. Caminar derecho, hablar poco y parecer lo más tranquilo y delicado posible, un grupo de cosas bastante molestas, teniendo en cuenta que su cosa favorita en el mundo era jugar fútbol y correr por el césped.
Un suspiro salió de sus labios, empañando el cristal que tenía frente suyo, sin ser escuchado por su padre a su suerte.

«Si tan sólo no tuviera que usar éste molesto vestido...» se lamentaba muy a su pesar, tan distraído dibujando en el vidrio del auto, haciendo aviones, dibujando el logo que su padre cargaba tan orgulloso consigo.

El sólo pensar que hacía todo eso por su padre lo contentaba de cierta manera, haciendo que se olvidara por un momento de todas sus molestias. El sólo pensar en que su padre, el cual parecía tan perdido en otra parte del mundo de su mente, trataba de protegerlo era... Algo que lo tenía en una controversia enorme, preguntándose si aquello estaba bien, si éso era medianamente sano.
Pero ya no hubo tiempo de seguir dándole vueltas al asunto, pues el motor del auto pronto se apagó, haciendo que tarde reaccionara al notar que se habían detenido frente a una cabaña de tablones de madera bastante acojedora.

—Por aquí, joven dama —llamó su atención Gestapo, guiñándole el ojo mientras abría su puerta y le tendía. Con cierta torpeza, aceptó el gesto, bajando con lentitud del auto.

Third Reich sólo lo miró con seriedad en el proceso, sin embargo no emitió palabra, viendo cómo la organización cerraba pronto la puerta del auto para luego despedirse de él y finalmente largarse para volver más tarde. Ambos, padre e "hija" comenzaron a caminar por la nieve de la mano, mostrándose el nazi con un semblante mucho más serio y demandante.

—Ten cuidado —le advirtió él en susurros en su lengua natal sólo para que ellos dos se entendieran—. No te alejes mucho, tampoco confíes mucho en estos soviéticos.

Con su mano enguantada en un pulcro blanco, Third Reich hizo el esfuerzo por golpear la puerta de madera, incómodo al parecer por estar allí. URSS no demoró mucho en salir, mostrándose tan imponente como todo el resto se lo mencionaba, atemorizando quizá un poco al alemán más pequeño en sus delicados zapatitos de cuero negro.
Pronto cruzaron el umbral, recibiendo en la entrada nuevamente a quince niños allí presentes, cada uno con una expresión más seria que el otro, haciendo al menor estremecerse. Incluso la niña que se hallaba allí, todos y cada uno de ellos se mostraban tan gélidos como el país entero.
Alemania se sintió incómodo por tantas miradas, notando cómo su padre parecía ser llevado lejos conforme se quedaba solo con todos esos niños.

Die Wahrheit Geschichte [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora