II

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Desperté por el frío de la mañana en una habitación vacía, estaba solo.

Mi estómago rugía desesperadamente por un trozo de comida por muy mínimo que sea, asique en la casa en que me encontraba fui directo a ver si encontraba algo en el refrigerador o en la cocina. Sacié mi hambre tanto como pude e incluso encontré ropa para cambiarme porque la mía estaba rota por todos lados.

Luego de seguir observando mis estadísticas un rato, el claro sonido de una puerta abriéndose sacudió el silencio de la casa. Desenvainé mi espada y esperé para ver quién o qué había entrado al lugar.

Los pasos se iban acercando más y más, me preparé para atacar cuando estuviese frente a mí, sin importar lo que fuese, lo haría de igual manera. El momento llegó, justo cuando se dejaron de oír las pisadas, una figura rápidamente cruzo la habitación y se colocó delante de mí con una daga en mi cuello.

Sin poder reaccionar me rendí soltando la espada.

-¿Quién eres? Dije miedosamente.

-Soy Elizabeth, eres tan estúpido que ni siquiera pensaste que iba a ser la única que sabía dónde te escondiste.

El cuerpo se me relajó con esas frías y despreocupadas palabras.

-Ahora, ¿podrías sacar el arma de mi cuello por favor?

-A cierto, lo había olvidado. Dijo junto a una risita.

Alejó lentamente la daga de mi cuerpo y la guardó en su cintura.

-Vámonos de aquí

- ¿Por qué? Pregunté.

-Nos juntaremos con los otros, los que te dieron aquella espada y armadura barata

No dudé mucho sobre ir o no, pero tenía intriga sobre lo que sucedió el día anterior, ¿Cuántos quedarán?, ¿En qué lugar estarán albergados? O cosas de ese estilo.

Caminamos alrededor de treinta minutos hasta llegar a la entrada de la ciudad en donde un cartel nos recibía

"BIENVENIDOS A LA CIUDAD DE TREMLEN".

Elizabeth agarró una rama del suelo y la lanzó hacia la carretera que se alejaba frente a nosotros. El objeto desapareció al tocar el borde en donde se señala el límite de la ciudad, haciéndose cenizas.

-¿Qué significa eso Elizabeth?

-Significa que estamos atrapados aquí, ¿Acaso no leíste el texto de ayer?, menudo idiota eres.

No respondí, solo me quedé mirándola.

-Bueno, es hora de seguir el camino al campamento.

Continuamos caminando otro rato hacia nuestra derecha, bordeando el límite y logramos avistar el campamento de los sobrevivientes, en el que había una gran muchedumbre.

Ser decente es decir mucho, había basura en todos lados, carpas mal hechas alrededor de una hoguera exageradamente grande, pero había una carpa que destacaba por sobre las otras por ser la más amplia.

Nos dirigimos hacia esta y Elizabeth entró sin dudarlo dos veces.

-Febe, saldré un rato a matar monstruos, me aburro en este lugar. Pronunció Agresivamente.

No entiendo nada de lo que dice esta mujer, acabamos de llegar y ya se quiere ir...

Me fijé en el tipo que tenía de espaldas, era musculoso, se volteó al escuchar a Elizabeth, vi su rostro de aspecto gentil e imponente y respondió:

-Mocosa, no irás a ningún lado. Por cierto, ¿Quién es la sabandija que traes a tu lado?

-Él dice que no recuerda su nombre, asique lo llevo conmigo como mi mascota.

El Juego de la TierraWhere stories live. Discover now