Tal vez era el nuevo ambiente o algo tan simple como nervios, pero desde que llegaron a Japón, Minju ha estado más distante de lo normal. Llora antes de cada presentación, habla poco y no se despega del brazo de Chingyi.
Ninguna está sorprendida ante aquello, Kang es demasiado sensible y le cuesta adaptarse a nuevos aires. Y claro, es mucho peor cuando no hablas fluido el japonés.
Por suerte, todas se llevan bien con los padres de Haruka, lo cual hace que tengan una cena bastante tranquila. Minutos más tarde la señora Miyauchi comienza a recoger los platos y las siete chicas van a sus respectivas habitaciones.
— ¡Minju! ¿Te molesta si hoy duermo con Lena? Ya sabes, ha estado algo cariñosa y me ha pedido que vaya junto a ella.
Las maknaes son demasiado apegadas y todas lo saben, asi que le sonrie a la taiwanesa en modo de aprobación. Se adentra en su cuarto, coloca música desde su teléfono y comienza a trazar bocetos en una pequeña libreta.
Pocos minutos después un estruendo la hace saltar de la cama, las luces se apagan de inmediato y la lluvia comienza a golpear fuerte contra su ventana.
Es una tormenta.
Cierra sus ojos con fuerza y pequeñas lágrimas comienzan a salir de ellos. No le gusta admitirlo, pero es demasiado asustadiza, y quizá las tormentas le recuerdan a personas a quienes no debería recordar.
Agarra su almohada firmemente y baja de la cama, abre la puerta y sale corriendo de allí.
No sabe cómo y quiere culpar a la desesperación, pero ha entrado a la pieza de Seokyoung y acaba de despertarla.
—¿Minnie?
Frota sus ojos en busca de una mejor visión y la menor ahora se siente peor, probablemente una exagerada. Acaba de despertar a su mayor solo por miedo a ruidos fuertes. Absolutamente patético.
— ¡Hay una tormenta! — Su voz se ha vuelto temblorosa, y ya no sabe si es por la misma tormenta o por haber molestado a su compañera. — La luz se cortó y sabes que me da miedo... Chingyi está junto a Lena, y yo sólo...
— Minju, cálmate. — Interrumpe Seokyoung con una voz suave, haciendo que Minju asienta avergonzada pero a su vez, aliviada. Al menos tenía la certeza de que no la odiaba. Se acerca lentamente hacia el pie de la cama y abraza su almohada con más fuerza, eso le da un poquito más de seguridad.
— Seokie, ¿puedo dormir contigo?
Seokyoung sonríe satisfecha y le hace un lugarcito en la cama, espera a que la menor se acueste y comienza a acariciar su cabello de manera suave. Minju intenta luchar contra el sueño, quiere disfrutar de los mimos ajenos pero termina cayendo ante los brazos de morfeo, o a los de Seokyoung si vamos a ser exactos.
La rubia contiene una risita mientras admira los rasgos ajenos ya calmados, los cuales están siendo ligeramente iluminados por la luz de la luna. Su nariz es muy bonita y pequeña, ¡Ni hablar de sus ojos! Sus pestañas son largas y suaves, su rostro se ve muy sereno de esa forma. Detiene la mirada en sus labios, son carnosos y rosados, aunque se ven algo resecos ya que el clima no es muy húmedo. ¿Está mal desear probarlos? Seokyoung realmente quiere saber como sabe el lipstick de fresa que tanto usa.
Se acerca un poco más al rostro de la menor, sintiendo la respiración pesada y con los labios casi rozando. Comienza a cerrar los ojos con la intención de que ya no haya espacio alguno, pero en cambio, lanza una carcajada insonora y se aleja.
—Ah, Kang. ¿Qué haré contigo? No puedo creer que seas tan tonta como para que aún no me notes. ¿Por qué eres tan mala con tu unnie?
Suspira ante sus propias ocurrencias y vuelve a acostarse, tapandolas a ambas con la cálida manta y aferrandose al delgado cuerpo de Minju.
Quizá mañana podría robarle un piquito.