Capitulo 1

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Ese día había sido horrible, nada más levantarme sabía que tendría examen. No es que no me lo supiera, pero no me gustaba todo este barullo, la gente preguntándose cosas, los lloros antes de entrar a un examen, el típico contrabando de típex y, sobre todas las cosas, las auras. Ya tenía dolor de cabeza simplemente con pensarlo, era realmente horrible. Había pasado todo el recreo repasando en solitario en una esquina de la biblioteca y escuchando música de fondo para relajarme, ya estaba deseando llegar a casa y olvidarme de esos molestos colores que pululaban por todos lados.

Fui al baño a refrescarme, quería poder aguantar el día sin que me estallara el cráneo, y al mirarme uno de los espejos vi una sombra, no me sorprendí, estaba a costumbrada a verlos, no es que supiera que eran, pero al menos no brillaban tanto y me dejaban descansar la vista. Esas pequeñas sombras estaban por todos lados sobre todo en lugares oscuros y húmedos. Si, el baño del instituto debería sonar como el paraíso o un resort de vacaciones para ellos. Sin embargo, con lo que yo odiaba ese lugar lo único que estaba deseando era volver a la oscuridad de mi cuarto, con mi música y mis libros... ahora solo deseaba que aparte de eso hubiera algo rico de comer en casa...con unas papas de bolsa yo sería feliz.

Quince minutos más tarde, la sirena sonó, dándome a entender que mi tiempo libre se había acabado y que quedaban dos titánicas y mortales horas de clase antes del examen.  Al volver a clase me senté, como de costumbre, en uno de los pupitres del fondo y esperé mientras contaba los minutos que me separaban de la siguiente hora, ya quería que el día escolar finalizara.

Las horas pasaron lentas y aburridas y mi jaqueca, ocasionada por los nervios ascendentes de mis compañeros y la luz chispeante que desprendían, iba en aumento así que cerré los ojos y descansé la vista durante los cuarenta minutos que quedaban antes de ir al aula doce, donde haríamos el examen. Nada más entrar nos separaron y nos colocaron en pupitres individuales esperando a que la última hora de la clase diera lugar, y con ello, el examen de Biología. Adoro biología, de verdad... ¿Pero no podrían ser los exámenes un poco más cortos? Esa profesora amaba los exámenes de más de doce preguntas y comenzaba a cansarme. Finalmente, la sirena sonó una hora más tarde y con ello, levante la mirada del pupitre. Odiaba el instituto y más segundo de bachillerato, con el estrés y toda esa gente falsa que juraban y perjuraban ser mis amigos, cuando realmente solo querían mis apuntes.

Pero realmente no era hora de quejarse y sumirse en el pensamiento de lo malo y asqueroso que era ese año de instituto. Después de todo, el examen por fin había finalizado y, con el toque final de la sirena, supe que era hora de relajarse. Sonreí por primera vez en el día, justo antes de que la profesora me llamara pidiéndome el examen ¡que pesada era por dios.

-          Arlene, el examen – pidió extendiendo la mano exigiéndome el manojo de hojas que tenía entre los brazos. Su aura era de las más molestas, amarilla, casi no me dejaba abrir los ojos.

-          Aquí tiene – respondí sin más, ordenándolas, dándoles golpecitos contra la mesa, para entregárselas lo antes posible.

-          ¿Te ha salido bien? – pregunto con una sonrisa.

-          Si, ¿puedo irme ya? - pregunte queriendo irme cuanto antes.

-          Claro, buen fin de semana- sonrió mirándome, aunque se quedó mirándome unos minutos más, como queriendo decirme algo, no le di importancia y me fui antes de quedarme ciega.

Cogí mi maleta y, como cada día a las dos de la tarde, puse rumbo a mi casa, deseosa de quitarme el horrible uniforme del instituto. Es que acaso... ¿Nadie entendía que esa falda a cuadros era del año de matusalén? Los zapatos me mataban y con el calor que hacía ¿Porque teníamos las chicas que llevar medias y ese horrible lazo en la camisa? No lo entendía, no lo haría nunca.

AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora