Celos De Una Mariposa Herida

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Una vez una valiente oruga
subió a lo más alto
de una rama seca,
en un viejo huarango,
entre el límite del desierto y
un valle hermoso
para poder comenzar
con su crisálida.

El tiempo paso,
en un suspiro de invierno,
y el momento
de conocer el mundo,
llegó...
Aquella pequeña oruga
ahora se había convertido
en un nuevo ser.

con ganas de explorar
aquel jardín que florecía
al lado del viejo huarango,
que tanto oyó hablar
mientras se transformaba
en su interior.

Unas tímidas y frágiles alas
empezaron a salir
de aquel capullo
que por primera vez
sintieron el fresco viento
de libertad.

con tanto entusiasmo guardado
la mariposa voló,
casi por instinto,
por aquel jardín
que tanto anhelaba conocer.

Al poco tiempo de
volver a nacer,
quedó cautivada,
por ver una hermosa rosa
a lo lejos de ese bello jardín.

No había visto muchas rosas
durante su recorrido
pero algo en ella,
le parecía muy especial...

Era una rosa azul
tan segura y majestuosa,
que al verla,
la frágil mariposa
quedó perdidamente,
enamorada.

La mariposa trato,
de acercarse lentamente,
le daba miedo de chocar
contra los hongos venenosos
que habían a su paso.

y de las bellas,
pero puntiagudas espinas,
que eran parte del atractivo,
de aquella rosa tan azul
como el mar.

Pasaron días eternos
sin poder atreverse,
pero mientras mas se acercaba,
veía como otra mariposa,
con alas más fuertes
que las de ella,
ya estaba cerca...
de su amada rosa azul
y ya no pudo contenerse más.

Sintió tantos celos.
que emprendió el vuelo,
directo hacía aquella
enigmática rosa azul,
que había robado
a su pequeño gran corazón.

y por primera vez,
ella estaba dispuesta
a enfrentar sus temores
por su amor.

A tan solo unos
pocos centímetros
de llegar hacía su amada,
algo la detuvo.

La frágil mariposa,
por un instante sintió
que su corazón se quebró,
al igual que sus alas.
por una espina,
de aquella bella
rosa azul.

La mariposa cayó,
el tiempo se hizo lento
y sentía como entraba,
en un abismo interminable.
mientras veía alejarse
cada vez más y más
de su adorada rosa azul.

Ella pensó,
que se estrellaría
contra el suelo de golpe
y ese sería su final.
pero eso no sucedió.
Algo la detuvo...
la tela de una araña,
la atrapo en su red.

Mientras más
intentaba liberarse,
con sus alas rotas,
más se enredaba
con esa cruel telaraña.

Mientras sus ojos,
veían a lo lejos
como cualquier,
clase de insectos
llegaban a su adorada,
rosa azul.

Observaba,
con celos frustrados.
como esos miserables insectos
entraban y salían de su vida
como si nada.

En cambio la mariposa,
solo podía contemplarla,
a lo lejos...
Mientras agonizaba
lentamente.

El cielo comenzó a llorar
y se empapaba su rosa azul.
todos comenzaron a irse
y la dejaban,
completamente sola.

Aquella mariposa,
que luchaba por vivir...
dejo de insistir,
por su libertad.
y quiso aceptar su destino,
pero por dentro
Anhelaba al menos,
hacer compañía
a la rosa azul
con su amistad.

Dejo de llover,
y salió el sol.
De aquella rosa azul,
brotó una gota
de agua perfumada,
que se deslizó
a través de sus espinas
y cayó,
sobre la telaraña
donde se encontraba atrapada,
la desdichada mariposa.

La araña que la había tejido,
se aproximaba,
para devorar
a la triste mariposa herida.

La araña sería el verdugo
que le iba a dar fin
a su mala suerte.
para que deje de sufrir
por no poder estar,
junto a su adorada rosa azul.

Pero aquella gota que cayó
de aquella,
prohibida rosa azul
ocasionó que la telaraña
se desprendiera,
de aquella débil hoja.
produciendo inmediatamente
la liberación de la mariposa.

Por ironía de la vida,
la telaraña que se enredo,
en sus alas rotas.
le sirvieron de vendas,
para reforzarlas
y ahora podía al menos,
volar con cierta firmeza.

Voló hasta el huarango,
donde su vida,
de mariposa comenzó
y miró desde allí
por última vez,
a la rosa azul.

La mariposa sabía,
que nunca podría,
estar al lado de ella
y con sus alas rotas,
su tiempo en este mundo,
sería menor que las demás.

La mariposa herida
comprendió,
que el verdadero sentido
de su vida,
era la libertad.

y no quería seguir,
atrapada,
en esa red de sentimientos,
que solo la herían
por dentro y por fuera.

Tal vez nunca pueda,
volver a amar a otra rosa,
como a aquella rosa azul.
que ni siquiera sabía,
de lo que esa mariposa
tan valiente.
sentía por ella,
pero era momento,
de empezar de nuevo
en otro lugar y muy lejos.

La vida es muy corta,
para sentir celos,
en una mariposa
con las alas rotas,
desde ahora en adelante,
ella prefería amarse primero
antes que a cualquier otra rosa...

y así la mariposa herida,
ya nunca más,
volvió a sentir celos.

Fin.

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