Tu corazón y el mío, brillan entré nubes, rayos de luz dorada, el dolor nos consumen, tu sangre y la mía son una sola, ahora, lágrimas caen lentamente sobre mi mejilla sin ninguna expresión ya no hay dolor, poco a poco se disuelven.
Almas unidas entre la tristeza y el olvidó, brilló del sol entra por la ventana de nuestra habitación, húmedo, quieto; rozo mi dedo sobre tu mejilla tan bella como un durazno tierno, toco tus labios con los míos, llenos de humedad y deseo, mientras todos despiertan para seguir su monotonía yo despierto para verte, desearte para amarte despierto para vivir intensamente para conocer cada uno de tus músculos, cada uno de los bellos sobre tu cuerpo, despierto para amar para ser fuego.

