Capítulo 11: Ladra el perro a la media noche.

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Adam estaba sentado en la orilla de la cama, viendo el cuerpo desnudo de Nan de pies a cabeza, su ceño fruncido en las sombras del cuarto, notando cada peca, cada rastro de granos adolescentes que quedaran en el pelirrojo

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Adam estaba sentado en la orilla de la cama, viendo el cuerpo desnudo de Nan de pies a cabeza, su ceño fruncido en las sombras del cuarto, notando cada peca, cada rastro de granos adolescentes que quedaran en el pelirrojo. Viendo las estrías en las cartucheras de su acompañante, cada costra oxidada, sus gestos mientras duerme. ¿Sabes que está haciendo Adam en este minucioso examen ocular?

Lo está juzgando, Adam se compara con él, le mira las posaderas, sin vergüenza las toca sintiéndolas flácidas, mira los granos pequeños en ellas, y se palpa sus propias nalgas, redondas, bien torneadas y musculosas en comparación. Se ríe, ¿Este imbécil asqueroso le hace dudar de su belleza? De hecho, curioso busco las mismas palabras de ese texto que leyó, tratando de descubrir si pertenece a algún libro. Sonaba como alguna mierda de falso libro de auto ayuda.

Y nada en el buscador, ese texto llamado "La Belleza" es un pensamiento personal, sabía de sobra quien podía ser el autor de él. Mira a Whalker y menea la cabeza, se niega.

Aunque se quiere aclarar la mente narcisista al espejo que tiene de frente, sabe que fácilmente un trozo de papel escrito a puño y letra le estaba cuestionando mucho de lo aquello que cree fervientemente como una propia religión. Amaba verse al espejo y saber que estaba mejor que algunos o muchos.

¿Y viene este pendejote a decirle que no lo está?

No se gastaba más de trescientos dólares en depilación y cuidados faciales para que venga a decirle que está mal. No se la pasaba haciendo ejercicio por nada, es su trabajo, debe verse bien para los imbéciles urgidos o estúpidas necesitadas que pagan por ver sus videos porno, las cientos de ventanas que muestran su cuerpo desnudo y la infinidad de hombres y mujeres que se masturban pensando en cómo se lo follan en todas las perversiones que una sola mente puede crear. ¡Es obvio que es bello!

¡Lo desean! ¡Lo quieren! Coger, pero lo quieren...

¿Tú rechazarías su culito?

Quién sabe...

Siendo sincero para sí mismo, Nan estaba bien conservado para tener más de treinta. Pero no más.

Adam se siente vulnerable, con la mente hecha un desastre, se quita los tacones altos, se pasa el algodón en sus mejillas y labios para quitarse el maquillaje, se cambia la gasa de la herida de su nariz. Harto de pasar cuestionándose dicho tema se acerca hacia Nan, mínimo quiere una buena follada, moviéndose a cuatro patas sobre la cama, acerca sus labios lentamente, sus cabellos caen acariciando las mejillas rojas de Whalker, y le roba un beso. Un beso coqueto que lentamente funde sus rostros en una caricia.

Nan, de sueño pesado, toma por la cadera a Adam, en sus profundas fantasías, recuerda al amante de las navidades pasadas que fue su delirio, su tormento, sus pesadillas en el manicomio de su mente.

-Mmm mi amor...-En sueños llama a su antiguo amante, susurrándolo al oído de Adam quien al oír eso sí que se espantó, sin poder defenderse del ataque en el momento, Nan con amplia sonrisa y labios abiertos atrapaba en sus brazos al rubio. Rodando sobre la cama, entrelazando sus piernas desnudas, y haciendo que Mathews quedara cautivo cual oso de peluche.

Los Perros de Nueva York(+18 Contenido Homoerotico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora