X

6.2K 398 135
                                    

Ciudad de México, México.
11:14 AM.

JOAQUÍN.

Y ahí estaba él. El niño más precioso de toda la secundaria. Emilio.

Llevaba meses pensando en él, me robaba el sueño y me distraía en clases, suspiraba cada vez que lo veía pasar, anotar cosas en su cuaderno, sonreír y bromear con sus amigos y...cuando besaba a su novia: María.

Ellos habían estado saliendo desde antes. Resulta que María vino de un intercambio desde Canadá, después de un tiempo ella y Emilio se hicieron amigos y bueno, claramente algo más.

Y aunque él tenía novia, me seguía pareciendo tan atractivo. Claro que yo respeté su relación en todo momento, hasta que un día llegaron separados. Ya no derramaban miel como antes.

Emilio se la pasaba con sus amigos mientras que María con sus amigas. Los dos seguían sin intención de hablarse el uno al otro.
Sin embargo; no podía sentirme totalmente alegre porque Emilio no se notaba nada contento.

Así que hice lo que no debía, y seré un estúpido por esto, pero no pierdo nada con intentar. Más que tener algo con Emilio.

-Hola, ¿María verdad? -me acerqué al grupo de amigas, ella alzó las cejas y le susurró algo a una de ellas. Ellas se quedaron en las escaleras mientras María se aproximaba a mí.

-¿Qué quieres, Joaquín? -dijo con un tono bastante irritado. Cruzó sus brazos y me hizo una seña con la mano de que prosiguiera.

-Quería hablar de Emilio, t-tu novio. -soltó un bufido. -Es que los he notado distantes y, quería saber si todo estaba bien entre ustedes. -me interrumpió poniendo dos dedos enfrente de mis labios pero sin tocarlos.

-Ya sé que te gusta mi novio, Bondoni. Y si crees que porque no estuvimos pegados hoy va a estar contigo, adelante. Ve y confiésale tu amor verdadero. -se burlaba de mí con un tono exagerado y dramático, lo cual me hizo sentir muy mal.

-No vine a pelear.

-No, viniste a ver si habíamos terminado para poder quedarte con él, ¿no? -puso sus ojos en blanco.

-María, yo solo me preocupo por Emilio, lo veo muy triste y no me gustaría que estuviera mal debido a sus peleas.

-A todo esto, ¿por qué te metes? Emilio ni siquiera es tu amigo, no te habla, Joaquín. Él no sabe de tu existencia, olvídalo. No sirve de nada. -eso me dio donde más me dolía, sentí mis ojos aguarse. -No seas ridículo, Joaquín, ¿en serio vas a llorar por eso?

Yo miré hacia arriba intentando que las lágrimas no salieran, me di la vuelta y me alejé de el edificio. Fui al laboratorio, ya que era la clase que seguía, me senté, faltaba tiempo para que sonara el timbre.

Por suerte estaba vacío, puse ambos brazos cruzados en la mesa de laboratorio y recosté mi cabeza.

Sentí que me tocaron del hombro, tallé mis ojos y reconocí ese bello rostro que era una de las razones que no me dejaba concentrarme en nada. Ahí estaba Emilio, sonriéndome.

-Hey, te vi hablando con María en el otro edificio y vine a verte para ver si te dijo algo, porque por lo que vi te trató muy mal. -puso una mano en mi hombro, dirigí mi vista hacia su mano y luego a sus ojos.

-Sí, sí, todo bien. Es solo que pues se me hizo raro no verlos tan juntos últimamente.

-Sí, ya no es como antes.

-¿Cómo? Digo, no quiero sonar entrometido, es solo que pues vamos en el mismo salón y sí se me hizo pues bastante extraño. Si te molesta que pregunte no hablo más del tema, si te incomodé perdón, no era mi intención, yo creo que debería dejar de hablar tanto, ¿no? Te estoy aburriendo de seguro, lo siento si es así, cuando estoy nervioso tiendo a....

Y dejé esa frase en el aire, ya que sentí unos labios presionados en los míos.
Emilio, el niño del que estaba enamorado, me estaba besando, en el laboratorio.

Al separarnos, lo miré sin decir una palabra, me quedé paralizado, escuchaba la voz lejana llamando mi nombre.

"Joaquín, Joaquín" se oía distante, fue hasta que se escuchó un libro impactar contra la mesa para despertar de aquel sueño.

-Joven Bondoni, le recomiendo que no duerma en mi clase si quiere aprobar mi materia. -el profesor mencionaba mientras yo me acostumbraba a la luz.

La clase me miraba atentamente, yo solo sonreí con pena y presté atención a lo que decía el profesor. El resto de las clases lo mismo rondaba en mi mente.
Ojalá aquello no hubiera sido un sueño.

Y me quedé pensando en las palabras de María. Tenía razón. Emilio no era ni mi amigo, ¿por qué habría de fijarse en alguien como yo?

No importa si yo lo vi primero, si yo sabía su comida favorita, si yo dejaba notas debajo de su butaca con las respuestas de los exámenes, si yo era siempre el que estaba ahí para ayudarlo si no sabía que decir en las exposiciones.

Él nunca notaría mi ausencia, no existo para él. No le gusto. ¿Por qué le gustaría? A él no le gustan los hombres.
Y no soy tan lindo como María.

¿Por qué al amor duele?
Cuando no es correspondido.

Llegué a mi casa, subí a mi habitación e ignoré por completo a mi madre, mi hermana me siguió hasta mi habitación y tocó la puerta.

-Joaco, ¿puedo pasar? -Renata, del otro lado de la puerta, sonaba preocupada. Y no quería contarle, sabía qué me iba a decir. "Es un imbécil, no sé por qué te gusta".

-Ahorita no, Renata. -entró de todos modos.

-¿Estás bien? ¿Ahora qué hizo el idiota de Emilio? -sobó mi espalda y me levanté enojado.

-Emilio no hizo nada, Renata, deja de tratarlo mal. -sorbí los mocos de mi nariz y limpié las lágrimas de mis mejillas.

-Bueno, solo quiero saber qué te pasó para que estés así. ¿Tiene que ver con él, no? -asentí.

-Sí, tiene que ver con él, pero él no hizo nada. Fue...María. -me senté a un lado de mi hermana. Puso los ojos en blanco y apretó los puños.

-Aghhhh, te juro que la odio, es tan irritante y tan mala. Me dan ganas de...-la interrumpí justo ahí y la miré regañándola. -¿Qué? Tú también quieres decirle de cosas, no te hagas Joaquín.

-Sí, pero esa no es la manera, Renata. Las cosas no se solucionan así.

-¿Pero por qué no? ¿Solo ella puede hacerte daño y tú no le puedes responder? -alzó una ceja y yo me tumbé en la cama, suspiré mirando al techo.

-Estoy perdido, Ren. Lo peor es que tiene razón, Emilio ni siquiera sabe que existo. -Renata se tumbó a mi lado.

-Algún día vas a ser feliz, hermanito. Te lo aseguro. Y ese día te van a querer tan bonito como tú quieres. Ya verás.

"Al final del día,
el destino
tiene algo
preparado
para nosotros."

Recordé lo acontecido hace 3 años mientras observaba a Emilio dormir tranquilamente, sus pestañas largas y la forma definida de sus cejas.
Lo apreciaba de cerca, el Joaquín del pasado nunca se habría imaginado estar así de cerca de el chico que le gustaba.

Cuando se encontraron después de unos años en ese antro, Joaquín no lo reconoció por completo. Fue hasta que escuchó el nombre de "Emilio" que todo cuadró en su cabeza.

Mientras Joaquín dormía, sus sueños recordaban cada momento que había vivido con Emilio, a lo largo de los años.

Y se perdió en él,
se perdió junto a él,
se perdieron juntos,
y perdieron todo.

Y quedaron
solo recuerdos,
solo fotografías,
solo memorias
y vidas perdidas.

Quedó el vacío,
quedó el dolor,
quedaron las cenizas
de aquel joven amor.

11 PM  (Emiliaco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora