Capítulo 1

2.8K 232 26
                                    

Las dos botellas resonaron contra la barra cuando las dejó sobre ella. Tomó los escasos billetes - frágiles, amarronados, desteñidos, guardados por demasiado tiempo en un pequeño chanchito - que tenía en el bolsillo de su sudadera. Tenía la capucha puesta escondiendo su cabello despeinado, y lanzó una mirada al cajero, levantando una ceja. El barbijo ocultaba el resto de sus rasgos juveniles.

—Pagaré más de lo que cuestan —una voz se filtró desde la máscara, haciéndola caer una octava inferior a propósito.

El cajero, asintiendo, tomó el dinero ofrecido. Aunque antes de poder retirar su mano y cobrarse el dinero, de la nada, una mano apareció y sujetó la muñeca del cajero, tirando hacia adelante al hombre en sus cuarenta. El cajero chilló cuando su estómago chocó contra el borde de la barra, causando que las bebidas alcohólicas se volcasen y se quebrasen en miles de pedazos,

Donghae oyó más que ver lo que le sucedió las botellas. Había quedado boquiabierto cuando la mano del cajero fue sujetada pero no pudo ver nada más ya que arrastrado por un brazo alrededor de sus hombros y un momento más tarde se encontraba siendo escudado por un cuerpo esbelto. Instintivamente, sus manos empuñaron el saco del hombre y se sujetó a él, cerrando los ojos. Una mano cubrió las suyas un segundo más tarde mientras los cristales se rompían.

Un momento pasó antes de que el pecho bajo su oído retumbara mientras dicho hombre decía:

—Si no quiere familiarizarse con prisión, será mejor que deje de vender alcohol a menores. Preste atención a mi advertencia.

Donghae abrió mucho sus ojos cuando tomó su brazo - firmemente pero no lo suficiente para lastimarlo - y, debido al shock, se dejó llevar fuera de la tienda como una muñeca de trapo. Aunque, tan pronto como la puerta se cerró con un repique, algo hizo clic y obtuvo control de su cuerpo. Lo que significa que apartó bruscamente su brazo de la mano del hombre, alias de la mano de Lee Hyukjae.

—¡Suéltame!

Sorpresivamente, o tal vez no tan sorpresivamente después de conocer al hombre por un año, fue liberado sin duda alguna, causando que Donghae casi pierda el equilibrio. La suerte finalmente estaba apareciendo, ya que pudo plantar sus pies en el pavimento después de tropezar dos pasos. Resoplando, ambos, para ganar un poco de compostura y para mostrar lo irritado que estaba, Donghae miró ferozmente al hombre parado a un brazo de distancia de él, quitándose el barbijo que cubría su boca.

—¡¿Qué demonios crees que haces?!

Hyukjae, por su parte, se encontró con la mirada de Donghae con algo cercano a la decepción brillando en sus ojos, y aun así - oh, él tiene tanta clase, ¿no? Ese imbécil refinado - su voz sonaba nivelada, sin traicionar nada de lo que probablemente estaba pensando.

—¿No debería ser yo quien pregunte por qué un niño de 15 años intentaba sobornar al dueño de una tienda para que le permitiera comprar soju?

Rodando sus ojos, Donghae los apartó del hombre y empezó a caminar.

—Vejestorio entrometido —masculló sin intentar asegurarse demasiado que el hombre no pudiera escucharlo. Una sombra lo cubrió por un segundo antes de que Hyukjae - con su oh tan largas piernas y oh tan largos pasos - lo atrapara. Donghae sabía, después de múltiples ocasiones vergonzosas de intentar adelantarse que terminaban con ellos caminando como si fuesen gansos persiguiéndose, que no había caso en tratar de agrandar sus propios pasos. Simplemente sería quisquilloso y no hablaría.

Escuchó al hombre suspirar. No sonaba exasperado, más bien como si estuviese tomándose un momento antes de decir, con el mismo tono cansado que seguía usando:

—No lo sería si realmente detuvieras tu festín destructivo que no pareces querer parar. Faltaste de nuevo a clases, tomaste a hurtadillas un paquete de cigarrillos, intentaste entrar a clubes múltiples veces con identificaciones falsas, que, si me permites decir, son patéticas con los nombres ridículos que se te ocurren. ¿Y ahora dejas eso para intentar sobornar? ¿Qué hay de eso? ¿Estás intentando terminar en prisión? ¿Qué? ¿Tanto quieres estar al límite?

Sugary GoodnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora