Christopher

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Estuve consiente de lo que había sucedido solo cuando mis ojos se clavaron en los suyos, azules, hermosos pero a diferencia de como siempre los había visto, esta vez estaban sin brillo, sombríos, vacíos, estaban sin vida. Él "Christopher" era mi única familia, mi mejor amigo, mi hermano, incluso muchas veces era un padre dulce y cariñoso. Era todo lo que tenia, era todo lo que me quedaba.

Su sangre manchaba gran parte de su camisa favorita a cuadros y sus pantalones cafés, sus botines de cuero seguían pulidos y brillosos como siempre lo hacian, sus mejillas y labios rosados se desvanecian con el paso de los minutos, su palido rostro me hacia querer dudar de que fuera el realmente, pero su lunar tan distintivo y atractivo justo ensima de su labio superior me traia arrastrada una y otra vez a la realidad. Mis manos se acercaron lo suficiente a su cabello como para palpar su suavidad, uno de los opacos destellos de luz que inundan la habitacion se introdujeron por el gran ventanal de la habitacion perdiendose en su cabello combirtiendolo en destellos de oro. Mis lagrimas no paraban de salir, acerque mi cuerpo al de el como si le necesitara, buscaba sentir su olor y su calides caracteristico, me acerque lo suficiente, me tire sobre la alfombra a su lado y le abrace como muchas veces lo hice, necesitaba un abrazo suyo, era lo unico que siempre pudo calmarme y ahora no estaba funcionando.

Su olor seguia, era tan masculino y refrescante como siempre lo fue, introduje mi rostro en el hueco de su cuello, su fragancia siempre era mas fuerte ahí, mis sollosos se convirtieron en gritos, cerre mis ojos, y con cada grito de dolor que daba le sentia mas lejos de mi y no podia soportarlo. Escuche pasos y voces de personas entrando en la habitacion, pero mis ojos simplemente no tenian la fuerza suficiente para mirar. Mi mente y corazon deseaban escapar de ese lugar, me sentía tan mal, mis fuerzas se esfumaron y como si fuera una gota de rocio para el infierno ardiente que estaba viviendo, mi ser, mi mente se escapo de aquella maldita habitacion llena de libros.

Lo estaba viendo sonreirme mientras corria hacia mi, volvia de sus muy seguidos viajes, me alzaba y cargaba con mucha facilidad para girarme en el aire, su voz caracteristica me dicia como tantas veces lo mucho que me habia extrañado, asi era el Christopher Ross Bennett Mayer, el hombre mas caritativo, generoso y bondadoso que habia conocido, le admiraba, respetaba y le amaba como a nadie en este mundo. Su profunda y ronca risa inundaba mis oidos, su rostro de angel, cuerpo fornido y su altura, hacian la combinacion perfecta, el era una completa e indiscutible belleza, la sombra de su barba era mas espesa ese dia pero le sentaba, mechones rubios caian por su frente, podia jurar que de sus 27 años no se habia visto tan atractivo como en ese momento, el turqueza de su traje resaltaba el color de sus ojos Y aunque el y todos sabian perfectamente lo grandioso que lucia, me hubiera encantado decirselo alguna vez.

Mis dolencias desaparcian como simpre en sus brazos, y aunque supo mi corazon que nada de aquello era real, almenos una vez más podía verlo en mis recuerdos.

llevaba mas de tres años reuniendo el valor de confensarle mis sentimientos al hombre que siempre me vio como la pequeña hermanita indefensa que debia proteger, mi corazon me gritaba que si no lo hacia no tendria otra oportunidad. En aquella tarde de Agosto del año pasado, cuando las brisas frías del invierno iniciaban reuní en valor que necesitaba.
Cuando por fin sus vueltas cesaron como si supiera que queria hablar, al igual que una ligera pluma me pone suavemente en la verde grama recien podada que rodea la entrada de nuestra casa, mis piel descalsos llaman su atencion y sabiendo lo que me diria. Hablo antes que el.

- No te preocupes... estoy bien- le digo mientras le doy una sonriza.

- Solo no quiero que te refries de nuevo... entremos- me responde mientras se acerca a mi y coloca sus tibias manos en mi rostro.

- No...solo espera un momento tengo algo que decirte- lo miro fijo a los ojos como seguramente nunca antes lo habia echo, estaba decidida y sus ojos se clavan en los mios ansiosos de lo que dire.

EL ROSTRO DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora