Los Russian

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Bajé la mirada por primera vez ante los ojos amenazadores de Dalian. Y luego volví a mirarlo. No quería que me ganase. Así que lo miré fijamente, de seguro sentía la burla en mi ser, ya que comenzó a sentirse incómodo de inmediato. Me reí.

—     Señorita Oken, ¿podría, por favor, describir el completo ciclo de la vida de un Russian, si es tan amable de hacerme el favor?

Repitió la palabra favor recalcando que debía hacerlo sí o sí, quiera o no, porque se trataba de algo que me pidió amablemente. Si no fuera por su paciencia como Instructora, ahora mismo le hubiera dicho que no me falte el respeto y después, hacer un pequeño debate sobre cómo la gente del Instituto se aprovecha de todos y cada uno de nosotros al pedirnos cosas irrelevantes. Pero, ¡claro!, dijo que por favor.

—     El ciclo de la vida de un Russian comienza cuando sus padres se encuentran y deciden crear un abominable monstruo incomparable y totalmente incontrolable por las autoridades más poderosas del Área. En fin, un Russian no puede considerarse una criatura con ciclo de vida porque… Nunca muere.

El aula queda en silencio durante un par de segundos hasta que la Instructora se gira para volver a escribir. Escucho que murmuran mi nombre, pero, qué más da. Todos saben que los Russian son un tema delicado y difícil de tocar. Obviamente, la mayoría les teme. Por otro lado, creo que sería interesante conocer a uno de ellos. ¡Como si el peligro no fuera divertido!

De vuelta a tierra, siento la mirada de Dalian quemar sobre mi cuello descubierto. Con el calor que hace, no es muy fácil adaptarse a la regla de que, para diferenciarnos mejor entre sexos, debemos, las mujeres, usar el cabello extremadamente largo, y los chicos, corto. Ahora mismo, el sol da contra el mío y sé que brilla como diamantes sobre pavimento. Me concentro en permanecer sentada en mi lugar, porque, de un modo u otro, seguirle el juego será una pérdida de tiempo… Para la clase.

A la salida de la primera Cuestión, Dalian se me acerca y camina a mi lado.

—     La Instructora quedó en mute cuando respondiste.

Su voz era cálida y su aspecto, estructurado. Como si estuviera reteniendo algo que no quiere dejarme saber. Sin embargo, es costumbre. Desde que teníamos 9, los secretos se los guardaba como si fuera de vida o muerte decirlos o no. Me daba cuenta de aquello por su pasividad ante el estruendo de la ciudad en la que vivíamos. Se quedaba pensando en una cosa y parecía que cuando hablaba sobre el tema que fuese, le salía naturalmente con sentido. Un chico desinteresado, diría mi madre. Yo creo que es todo lo contrario, sólo que no quiere demostrar que de verdad le importa. Y aunque los 9 hayan pasado, las mañas y gestos propios de él siguen estando presentes. Es por esas miradas raras que lo considero mi único y mejor amigo. El que entiende lo que pasa por mi cabeza con siquiera dejar de hablar. Sabe demasiado sobre mí y yo sobre él. Somos como hermanos. Desde que sus padres murieron a causa de un Golpe en contra de su familia por razones que nunca llegué a comprender por completo, él ha pasado sus días en Recuperación con mi familia. Recuerdo que lo trajeron una tarde de invierno, lleno de mugre y tierra, y con las ropas rotas y en parte, quemadas. Fue lo peor. Papá como General de la Salud, se encargó de sus heridas y quemaduras. Su cuerpo estaba en shock. Mamá ayudó con los antibióticos naturales que había aprendido a hacer con los años a falta de moneda para comprar los nuestros. Cultivó y se ganó el apremio de todo el pueblo por sus maravillas a la hora de aliviar.

Dalian es un sobreviviente porque esa misma noche, abrió los ojos y entre la oscuridad, logré divisarlos y notar que todavía, después de todo, todavía brillaban. Tenía vida. Estaba con vida y había sobrevivido a un ataque del que nadie de su Centro logró escapar. Salvo él, por supuesto. Siempre recuerdo la historia que me contó esa noche. Tenía 6 y ya hablaba como si supiera lo que sucedía en el mundo. Supongo que fue la primera y última vez que lo oí decir palabra sobre un hecho pasado que le dolía. Me contó que su mamá estaba en la cocina y su padre en el comedor, con sus hermanos, los cuales, si bien retengo, eran 16. La familia más numerosa de la que había escuchado hablar. Estaban por cenar cuando un Arm de Dependientes entró en su casa. Los Dependientes son la otra cara de lo que vivimos día a día. Matan para comer y viven para matar. Esa noche, lo vi llorar. Y antes de que pudiera decirle que no quería escuchar nada más sobre aquello, me dijo que un Dependiente lo salvó.

Y luego se durmió.

Desde entonces, me pregunto qué quiso decir con eso. Me dije a mí misma que él estaba delirando. El dolor te hace delirar. Pero algo en sus ojos, en esos ojos transparentes que conozco, algo era cierto. Que hasta él estaba sorprendido por haber sobrevivido, por haber llegado lejos y no morir allí. Y comprendí, que nunca lo podría saber. Nunca podría saber si un Dependiente pudiera ser capaz de salvar una vida y mucho menos el por qué.

—     Paris…

—     Uhm, ¿qué?

—     El laboratorio está a tu derecha, ¿a dónde crees que vas?

—     A… ¡Ouch!

—     Lo que acaba de golpear tu nariz es la pared. Si crees que hay algún portal hacia otro mundo por allí, por favor, enséñalo, porque la verdad, debe ser interesante como para caminar hacia él y golpearlo con tu propia cabeza en lugar de entrar a clases.

Eso dolió. El golpe y el comentario. ¿Cómo no me di cuenta de que me encontraba frente a una pared si…? Oh.

—     Soy desconcentrada, Dalian.

—     Sabes que nunca lo noté.

—     No te hagas el gracioso, tú eres el culpable por no haberme avisado antes. Imbécil.

—     ¡Señorita Oken, sus modales! –la Instructora de Astrología me llama la atención.

—     Los olvidó en casa, Instructora Merth. Ah, y buenos días –Dalian caminó por su costado y entró a la clase sin problemas por su indudable educación.

—     Señorita Oken.

—     Instructora Merth.

—     Señorita.

—     Instructora.

—     ¡Señorita! ¡Usted! No olvide que es una señorita y las señoritas se limitan a asentir y sonreír. Aprenda de sus compañeras, que bien el camino por el cual van.

Inmediatamente miré a Nila, la perfecta, hermosa, cuidada y respetuosa de la Región, según lo que todos dicen. Asintió con una sonrisa antipática y rostro desafiante. Sin lugar a dudas, le encanta que el mundo la vea brillar. Como si no necesitara otra cosa. La superioridad es su mayor ímpetu. Su arma. Y vaya que funciona porque me siento estúpida por haber dicho lo que dije en frente de la Instructora y la clase, y desearía desaparecer. YA.

—     Paris, eres tan hermosa cuando te sonrojas. ¿Sigues siendo virgen, verdad?

La clase se ríe y me dirijo hacia el rincón del aula mientras me miran caminar.

—     ¡Told Veinn!

—     Lo siento, Instructora Merth –y suelta una carcajada hacia mi dirección.

Odio que me digan estas cosas. Este tipo de cosas. No lo sé. No sé ni siquiera por qué me molestan, pero lo hacen. ¡Qué les interesa a ellos si soy virgen o no lo soy! ¡¿Tan importante es serlo o no serlo?! Al parecer… Sí. Y me pregunto si, si algún día…

—     Paris, no les hagas caso.

Desearía poder taparme los oídos, pero sé que es imposible y que no me serviría de mucho. No obstante, de verdad, sinceramente, me gustaría estar en Entrenamiento para aprender a cómo patear pelotas. Y con fuerza.

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