No podía determe, las raíces de los árboles entorpecían mi desenfrenada carrera, cada paso era una feroz lucha por no caer. Esa cosa estaba cada vez mas cerca, casi podía sentir su aliento putrefacto en mi nuca. Si moría aquí el único vestigio de la sangre de mi familia parecería, no debía permitirlo.Corrí con todas mis fuerzas, mi vida dependía de ello, por mi cobardía tuve el privilegio de observar lo que una de esas criaturas puede hacerle a un hombre, despedazaba la carne humana tan fácil como un cuchillo puede hundirse en la mantequilla; Luis,David,Carol y la pequeña Denisse. Solo espero que estén donde estén puedan perdonarme...
Algo me retiene, observo horrorizada como una rama se enreda en mi abrigo. Eso se acerca, la distancia entre nosotros se acorta, mi pobre corazón corría como un potro salvaje. Con todo el dolor de mi alma desenfundo la daga en mi sintura y corto el reborde de mi abrigo. Aquella piel de zorro era lo único que me unía a mi madre, ahora ya no está como ella.
Tardé demasiado ya no podía salvarla y sus sucias garras estaban a punto de atraparme. No podía moverme, como aquella vez. Sus fauces se abrieron de par en par.Cerré los ojos, soy siempre tan covarde, esperando algo que nunca llegó.
Cuando aquella flecha atravesó el cráneo putrefacto de aquella criatura, por primera vez en mucho tiempo me sentía segura.
Y allí aquel hombre a pesar de su aspecto apasible con sus cabellos del color de los cuervos y su mirada tranquila, me observaba, nunca pensé que unos ojos como esos podían causar mas terror que las propias bestias.
No moví ni un musculo, tenía demasiado miedo. Mis manos no dejaba de temblar, la daga hornamentada de mi padre siempre me dio seguridad, pero sentía algo que me hacía desconfiar.
Me miró, en su rostro una sonrisa sínica floreció, como si de la más venenosa de las flores se tratara. No dijo nada por varios minutos solo se limitaba a mirarme, era difícil discernir sus pensamientos, como observar las aguas profundas de un lago. Movió su brazo, desechando el arco de madera que portaba, caminó hacia mi con calma.
Me aferré a la daga. Sus manos no temieron tocar la afilada arma con la que trataba de defenderme. No logré conseguir ni la fuerza ni el coraje para atacarlo. Sonrió, de la más bella y cruel de las maneras.
En ese momento sabía que estaba perdida o quizás alguien que no debía me encontró.
El sonido de un fuerte golpe a mis oídos llegó, algo calido corría por mi cuello, mi vista se oscureció. Definitivamente estaba perdida.
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Don't Fear To The Dark.
FanfictionNo hay nada mas aterrador que la oscuridad. Esta no es una historia feliz.