doce.

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ay, pobre, eres tan ingenuo.—Caminaba hacía el menor con un puchero.—¿Qué podrías hacer tu sin mi? ¿sabes algo?, no me da la gana de divorciarme.

Él se reía en su propia cara.

—No pretendo soportarte más..—Se acercó peligrosamente a su marido.

Aquello fue la gota que colmó el vaso, no iba a dejarse humillar.

No más.

—A menos, que estés dispuesto a soportarme a mí.

infiel. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora