❄37: Nuestro destino.

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Los pacificadores no repararon en mí ese día. Tenían un problema mayor; el notar que podían tener carnívoros infiltrados entre ellos.


La noticia corrió como reguero de pólvora por otras ciudadelas y el control se tornaría mucho más estricto. Era cuestión de tiempo antes de que la histeria colectiva hiciera efecto.


Por otra parte, entendimos a cabalidad que nosotros no estaríamos tranquilos ahí. Constantemente creíamos escuchar que alguien tocaba la puerta o las sirenas propias de los vehículos dirigidos por pacificadores. Pensar que podrían enviarme a la temida Zona Roja o dejar a Yuri fuera de la ciudadela y expuesto a cazadores era algo aterrador.


Queríamos estar juntos en algún lugar donde nadie me temiera y donde Yuri pudiese sentirse libre, sin el peso de los prejuicios que rondaban en torno a su naturaleza. Debía existir al menos uno, no quería creer que el mundo se reducía a la desdichada vida en las ciudadelas.


Fue así que decidimos probar suerte en algún otro lugar. Algo difícil de explicar, más a las personas que nos aman.


La familia de Yuri se movía entre la tristeza y la comprensión cuando dimos la noticia. Querían apoyar a Yuri, y por otro lado, era claro que la idea de que su pequeño se fuera de casa y expusiera a ese mundo era devastadora. Ellos ya sabían que era cuestión de tiempo antes de que yo fuese rastreado y enviado a la zona roja o que insistieran en desposar a Yuri con otro herbívoro.


Yuuko había escuchado a sus padres hablando sobre lo sucedido y la importancia de rastrear carnívoros, además de la posibilidad de expulsar a los herbívoros de la ciudadela "por cuestiones de seguridad". Al saberlo, se apresuró en hablar con los padres de Yuri informándoles de una posible vía de escape que consistía en un viejo tranvía abandonado en una estación fuera de la ciudadela.


Pasamos muchas horas limpiándolo y arreglándolo, acomodando una serie de víveres, ropa y cosas que considerábamos indispensables. Con el pasar de los días, más personas se acercaron para ayudarnos. Vecinos y ex compañeros de Yuri que entendían aquello por lo que estábamos pasando.


Entendían que no nos resumíamos a una mera clasificación.


El último día que estuvimos ahí, cenamos tarde y a pesar del trabajo no teníamos hambre. Los padres de Yuri se mostraron amables como siempre, dispuestos a apoyarnos hasta el último momento. Su polluelo estaba aleteando, listo para alzar vuelo incluso si sus alas no eran fuertes y debajo sólo quedaba el vacío.

Hunter「Omegaverse」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora