Calor, sofocante y asfixiante, en todo su alrededor. Incómodo y molesto, trato de zafarse cómo pudo, sintiendo como un brazo descansaba en su cadera y otro en su muslo, se removió un poco y se congelo al darse cuenta que no había solo una persona en su cama.
Perturbado abrió los ojos, mordiéndose la mejilla para no chillar al percatarse que el pecho, en el cual estaba sumergido, no es el de su pareja, de un momento a otro tomo impulso y se sentó, mordiéndose el labio al darse cuenta quién era aquel desconocido.
¿Pero que mierda?
El teñido, el parabatai, el hermano de su pareja se encontraba ahí, en su lecho, abrazándolo con una armonía que jamás vio.
Confundido mira para el otro lado y ve, sin asombro, a su pareja descansar. Aturdido se acomoda como puede, viendo a aquel par sin poder creerlo del todo y piensa por un momento «¿Que está pasando?» su cerebro todavía semidormido.
Dudando un poco, mueve suavemente al cazador hasta que los ojos miel se entreabren. Sonríe suave y acaricia con cuidado los mechones negros, apartando estos de los ojos del Nefelim, con voz dulce dice — Cielo... ¿Me puedes decir porque el patofobico está en nuestra cama? — pregunta, delineando con cuidado la mandíbula ajena.
Alexander pestañea un par de veces, intentado enfocar a su pareja y no caer dormido nuevamente ante las gentiles caricias, duda por un momento antes de asentir con lentitud y volver a su sitio.
— El no quería dormir solo y yo quería dormir contigo... — balbucea con voz ronca, dando por terminada su pequeña charla con un beso suelto que le da a su pareja, volviendo a dormir en pocos segundos.
El brujo muerde su labio y mira al infiltrado, tentado a desaparecer al teñido de su vista y volver a dormir con un solo chasquido, pero a sabiendas que el cazador no estaba pasando por una buena racha últimamente prefirió contenerse.
El moreno suspira frotando sus ojos con pesar, mira a su pareja y sonríe al escuchar los pequeños ronquidos que esté suelta, sin pensarlo mucho acaricia los mechones rebeldes — Agradece que te amo — susurra, aún dando lentas caricias.
Con resignación se apoya en la cabecera, viendo cómo el par de cazadores duerme profundamente. Termina por mirar fijamente al rubio, el tiene una idea del porque el cazador quería dormir acompañado, o eso cree, para nadie es secreto que el y la pelirroja terminaron hace un tiempo, por ende ambos, más el cazador, no querían cruzarse ni en la calle y como no, Alec, tan gentil y compasivo, le ofreció su hogar para evitar a aquella cazadora, a sabiendas que está vive temporalmente en el instituto.
«Que lástima...» pensó por un momento, parece que realmente la relación con biscuit no funcionará, y, por lo que sabe, aquella joven ya está intentando algo con con un mundano mientras que Jace se está acostando con todo el submundo.
Así que se podría decir que el sabía todo lo que esta pasando, entendía a la perfección al rubio y no le molestó que esté se quedará en su hogar temporalmente, claro que con la única regla de no traer a sus conquistas, hay cosas que el brujo no quería repetir, pero de eso a qué súbitamente el durmiera con ellos es algo totalmente distinto y aún le sorprendía que su Nefelim permitiera aquella acción.
«¿A quien engaño? Ni me sorprende...» razonó, negando sutilmente con la cabeza, de hecho no le asombraba para nada que le dejara dormir con ellos, pero si a su lado, junto a él, abrazándolo a él, su pareja. Eso sí no lo entiende. Porque si alguna vez imagino una situación como está el creyó, sin dudar, que Jace dormiría pegado como una garrapata al pelinegro.
Pero velo aquí, acurrucado contra sus piernas, tratando de pegarlo más contra su cuerpo e intentando separarlo de su pareja.
Suspira, mira por unos segundos los ventanales y ve como aún el sol no a salido, ve sin interés el reloj de mesa y bufa al darse cuenta de la hora que es.
Titubea por un minuto, sin saber que hacer a continuación, pero terminada chasqueando sus dedos y hace aparecer una tablet, no tenía ganas de salir de la cama e iba a ignorar al rubio por completo, con más energía de lo que creía se dispone hacer un poco de trabajo.
Da gracias mentalmente al haberse puesto un pijama, antes de ir a dormir, cuando siente como la mano bronceada acaricia sus muslos, apretándolo más contra él y hundiendo su rostro en su cadera, justo en el lugar donde su piel está expuesta, el moreno duda si apartarlo o esperar que mueva su cabeza lejos de esa zona.
No hace nada al final y decide ignorar al rubio, decidió a olvidar toda esta extraña situación.
...
El tiempo pasa volando, el par sigue dormido y en algún momento la mano anillada termino enredada en el cabello rubio, rascando el cuero cabelludo y acariciando la hebras, en su momento cuando se percató de tal acción se espanto para luego relajarse lentamente, total, aquel cazador seguía en los brazos de morfeo.
Soltando aquellos mechones tomo un sorbo de café, soltando la taza y dejando que levite por la estancia, deja caer su mano y vuelve a jugar con el pelo rubio. Soltando de un momento a otro para acariciar la melena negra, se iba turnando en que cabello acariciar, enrollando y jalando suavemente el pelo ébano; dando suaves y largas caricias al dorado. Sintiéndose extrañamente cómodo.
No dijo nada cuando el rubio se quejo, siguió con las caricias suaves en aquel pelo, a sabiendas que el cazador se iba despabilando poco a poco.
Jace se estiró como un felino, rodeando con sus brazos su torso para pegarlo a el, ocultando su rostro en su cintura, riendo sin aliento al escuchar las quejas del ojimiel al ser separado de su pareja, aún dormido seguía buscando su calor.
Magnus no dijo nada, ni por el abrazo tan repentino, ni por las caricias que estaba recibiendo por debajo de su camisa, justo en su cadera, suponía que el rubio aún estaba demasiado dormido para entender quién era, tampoco mencionó nada cuando el menor beso su piel expuesta y cuando el ojiazul decidió sentarse a hacerle compañía no protestó, mantuvo su rostro sereno cuando esté se apoyó casualmente en su hombro, viéndolo trabajar con su laptop.
Sin necesidad de palabras hizo aparecer un café, ofreciéndole directamente al cazador, mientras que con su mano acaricia los salvajes mechones negros.
— Gracias brillitos — murmura el chico, dando un beso con torpeza en su hombro para luego volver a la posición original.
Deja de teclear por un segundo antes de seguir como si nada, susurrando un — De nada — casi inaudible, más que dispuesto a hablar con su pareja de esa rara pero no incomoda situación.
Hablaron por lo bajo al principio, a sabiendas que uno seguía dormido, charlando de como había ido la caza esa noche, terminando a los pocos minutos uniéndose el ojimiel. Terminado con ellos tres tomando café y poniéndose al día.
De forma extraña termino apretado contra los dos cazadores, el Nefelim no parecía incómodo ni molesto, solo se quejaba cuando Jace lo pegaba más a él o le daba una carita casual. Era raro pero no se sentía incorrecto, y, si de alguna forma, el brujo termino en un lío de brazos y piernas con dificultades para respirar nadie lo tenía porque saber, o que aquellos besos de buenos días ya no eran solo de a dos.
Y si terminaron en una extraña relación poliamorosa, nadie los puede juzgar, al fin y al cabo ¿Quien no se puede enamorar de Magnus Bane?
Quise probar algo nuevo, no se si les gusto esto pero a mí si jajajaj