Capítulo 12

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Aiden no había visto ni a Nate ni a Owen en todo el día, aunque había escuchado los gemidos del último llenar los pasillos de la casa unas cuantas horas atrás.

Seth le había sacado de su sueño para mandarle a preparar la cena. Aiden se obligó a ir a la cocina, a pesar del terrible dolor que le recorría el cuerpo. El vampiro le había hecho daño aquella mañana, follándole sin descanso durante horas y llamándole puta cada vez que no gemía lo suficientemente alto. Le había agotado física y psicológicamente en su primer encuentro. Decidió intentar distraerse mientras cocinaba y por un momento, un pequeño instante, fue capaz de imaginar que no estaba preparando la cena a un psicópata que quizás acababa con él en menos de tres días.

Después de cenar con Seth manoseando a Owen delante de él, Aiden subió a su habitación con intención de seguir durmiendo. No habían pasado ni cinco minutos cuando la puerta se abrió de golpe, haciendo que Aiden se incorporase con el miedo ya instalado en su pecho.

—¿A-amo?

—Tengo ganas de follarte, esta mañana no me sacié de ti, puta —murmuró el vampiro mientras se quitaba la camisa. Parecía estar de peor humor que por la mañana y seguramente sería agresivo.

Aiden se dio cuenta de que llevaba un collar de cuero y una correa en la mano. Intentó mantenerse tranquilo e ignorar sus palabras. Si parecía dispuesto, su amo estaría contento, así que se desnudó con rapidez y se puso de rodillas en la cama, mirándole con la sonrisa más coqueta que puedo poner.

—Vaya putita me he conseguido —gruñó Seth con una sonrisa de lado.

Se acercó y le puso el collar sin cuidado, luego tiró de la correa, haciendo que Aiden inclinara la cabeza hacia atrás con un quejido.

—Así, dispuesta para que pueda morderte. —Aiden cerró los ojos cuando los colmillos se hundieron en su cuello y gimió.

Por muy poco que le gustase cómo le trataba Seth, los mordiscos le hacían jadear y, junto con las manos del vampiro acariciándole la polla, se puso cachondo con rapidez.

Seth dejó de beber de él y recogió más la correa, provocando que Aiden se tumbase bocarriba en la cama. El chico separó las piernas y miró a su amo, suplicando. El de pelo platino rio al verle tan desesperado y se desnudó.

—Grita, puta —rugió Seth mientras entraba por completo en Aiden sin cuidado.

Y eso fue lo único que pudo hacer Aiden. Su cuerpo empezó a temblar conforme las embestidas del otro se hacían más fuertes y rápidas. Gritó su nombre una y otra vez y acabó en llanto cuando el dolor fue insoportable.

—Córrete —ordenó Seth cuando se hundió en él la última vez, corriéndose. Pero Aiden tenía los ojos cerrados y las lágrimas empapaban sus mejillas. Había dejado de gemir y su deseo había desaparecido un buen rato atrás—. Puta, ¿acaso no me has escuchado?

Aiden se forzó a mirarle, rogándole con los ojos que le dejase. Seth salió de él con un gruñido y le quitó el collar. Por un momento Aiden pensó que había despertado compasión en el hombre. Pero aquel ser resultó el demonio en persona.

Usó la misma correa como látigo y una larga lista de insultos vino tras cada golpe. Aiden estaba llorando de nuevo, más fuerte que antes, incapaz de coger aire.

—P-por... Por f-favor... —sollozó entre jadeos. Seth le dio una bofetada.

—No sirves ni para follar, al parecer. ¿Y aún crees que mi hermano va a quererte? —dijo riendo mientras veía a Aiden encogerse en una esquina de la cama—. Él solo quiere usarte mientras finge que es tu amigo, yo al menos te digo la verdad. Te trataré como la puta que eres durante estos días... —Aiden había dejado de escuchar, un ruido incesante estaba taladrándole la mente y era consciente de que no le llegaba el aire a los pulmones.

Blood ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora