Profecías, malos augurios, maldiciones… Miles de maneras para predecir un apocalipsis. O crearlo. Bien conocida es la profecía de los mayas, esa en la que decían que el mundo acabaría el 21 de diciembre de 2012. A veces pienso que… ojalá hubieran tenido razón. Nuestra sociedad, la humanidad de hoy en día está acabando con el mundo día a día, nada es como lo conocíamos antes, como hace 100 años ¿se puede decir que fue el fin del mundo de esa forma de vida?
Hubo gente que no soportaba la idea de ese apocalipsis, y decidieron acabar ellos mismos con lo que supuestamente iba a pasar después. Ver perder a tus personas más queridas, a tu familia, el mundo tal y como lo conocías… Pero al menos tienes personas más queridas, familia y un mundo en el que sentirte vivo. Nos asusta el punto y final, eso que se fue y ya no lo volverás a recuperar jamás. La vida es volver a empezar día a día, nada va a ser igual que ayer, ni en la más repetitiva rutina. Jamás volverás a vivir ese día. Y es triste pensar que ese tiempo tan valioso, que a gente se lo arrebataron sin piedad, o que tuvieron tal sufrimiento que se lo arrebataron ellos mismos, lo has desaprovechado.
Este lugar es sombrío, rara vez le ha dado la luz. Y cuando le da, prefiero correr la cortina. No quiero claridad fuera cuando en mi interior no la hay por ningún lado. Puede que por eso lo refleje en mi forma de ser y de vestir. Mi pelo negro, mis ropas negras… Sinceramente, no sería tan falso como para dar una imagen de lo que no soy, y ahora mismo el exterior refleja mi interior. Pelo largo, nunca me ha gustado mi cara ni mis orejas, me parecen demasiado grandes. Es fácil generalizar partiendo simplemente de tener el pelo largo y de vestir de negro. Hay gente que va así porque le gusta, y ojalá hubiera tenido yo esa oportunidad de hacerlo por gusto y no por necesidad.
Siempre intento reflejar claramente lo que quiero. Me cuesta abrirme como persona, así que prefiero que la gente empiece a sacar sus propias conclusiones, y si después realmente están interesados en mí, que me pregunten. La música siempre ha sido mi más efectivo y placentero modo de escape, por ello en mis prendas negras siempre aparecen nombres de grupos con dibujos bastante característicos. A veces son el logotipo de la banda, a veces los componentes de la misma, la portada de un disco, o todo eso junto. Siempre llevando de lo que me gusta, claro. Una de las cosas que más me irrita de mucha gente es que lleve este tipo de camisas porque “simplemente les gusta”, cuando nunca han escuchado ni una canción, o ni siquiera saben que es un grupo. Obviamente… yo no soy nadie aquí para criticar a los demás, aunque en ciertos casos razones tenga de sobra.
En este sitio tampoco hay espejos. No me gusta mirarme, nunca me ha gustado tampoco mi cuerpo. Se lo he hecho saber bastantes veces. Fuera predomina un lúgubre cielo gris, encapotado de nubes que avecinan tormenta. No sería de extrañar, aquí lo raro es cuando no llueve o no hace mal tiempo. La gente pasea con sus quehaceres; ancianos caminando lentamente, a esas alturas ya no existen las prisas, prefiriendo vivir lentamente los años que te quedan. De vez en cuando pasan grupos de niños vestidos de colores llamativos, y llevando mochilas más grandes que su espalda. También hay jóvenes de mi edad, en grupo, paseando y hablando como un día más con sus amigos. Son esos momentos en los que una especie de agujero negro en mi interior me tragase a mi pasado, sin abandonar el presente...
No tuve una infancia fácil, pero la inocencia me hacía feliz. Ahora tampoco estoy teniendo una juventud sencilla, pero las preocupaciones me matan poco a poco. Envidio a la mayoría de la gente, porque ven la vida de una forma que yo nunca podré ver. Muchas veces me gustaría ver todo con los ojos de una persona normal. Si realmente sufren lo que puedo llegar a sufrir yo cuando me preocupo. Pienso que son mayormente felices, eso aparentan. Claramente, todas las personas tenemos nuestros bajones. Pero nunca he tenido la oportunidad de ver a esa gente en estas situaciones.
Es una locura pensar, que 17 años, aproximadamente una cuarta parte de mi vida (como mucho), haya sido así de… triste, desaprovechada, insignificante y apenas inexistente. No cabe en mi cabeza que tenga que pasar el resto de mi vida con estos fantasmas del pasado que me ahogan, y me hunden en un mar de tristeza. Intento ahuyentarlos, la música hace gran parte de ese trabajo, pero en el resto del tiempo… soy incapaz. No es la primera vez que planteo mi propio apocalipsis. Y por mi poco valor, seguramente tampoco será la última.
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BRILLOS OSCUROS
Teen FictionVivimos nuestra vida de una manera que jamás la vivirán los demás, ni nosotros podremos vivir como la viven los demás. Somos únicos, y esa peculiaridad es la que debe hacernos sentirnos orgullosos, no todo lo contrario. Mil formas de ser, de sentir...