Completamente desbordado, hundido del todo, volviendo a pensar en lo premeditado antes de reflexionar… Es duro ver como tienes que afrontar tantas cargas y no tienes ningún apoyo, y más aún cuando ese supuesto apoyo es lo que más peso suma a esa carga. La mejor opción parece ser soltar ese peso y dejar que eso me aplaste. Obedeciendo a mi madre, y viendo que no tenía cosa mejor que hacer… Me vuelvo a poner frente al espejo, y miro mi cara completamente desaliñada. Es verdad que me hace falta un buen corte de pelo y hasta un afeitado. Me deprimo al ver ese cuerpo descuidado, con tantos kilos de más y peludo. Menos mal que eso nunca sale a la luz.
Frente al espejo se me pasan tantas ideas por la cabeza… ¿Por qué a mi? ¿Realmente estoy atrapado dentro de un cuerpo que no soy yo? He tenido que soportar tantos desprecios e insultos por mi apariencia, tantas veces siendo ignorado y marginado por eso… Eso empieza a crear una fuerte rabia en mi interior. Y me sigo haciendo preguntas como; ¿hasta cuando? ¿Qué más he de hacer para ser aceptado? Se que hay gente que no critica por tu apariencia ¿pero donde están, donde han estado toda mi vida? Y me vuelvo a repetir lo mismo de siempre, lo primero ¡¿y por qué a mi, joder?!
Mirándome fijamente a mi mismo en el espejo grito un “¡TE ODIO!” con toda mi rabia. Tanta que no puedo contener… Tanta rabia que acaba siendo reflejada en un puñetazo al cristal del espejo. Noté múltiples pinchazos en mis nudillos en el instante del golpe, y milésimas de segundo después todo el espejo acabó hecho añicos sobre el lavabo. Me sangraban las heridas de los nudillos, pero mi rabia aún no había sido saciada del todo. Y con los trozos más grandes que habían caído me produje a mi más dolor, para saciar lo que llevaba en el interior. Notaba como mi piel se iba abriendo lentamente y de ella empezaban a salir unos ríos de un color rojo intenso.
Con la respiración alterada y observando lo que me acababa de hacer en las manos y las muñecas, empiezo a llorar en silencio y a arrodillarme frente al espejo roto. Mirando fijamente al suelo. La sangre goteaba, por lo que me vuelvo a levantar y dejo que se derrame por el lavabo lleno de pequeños y grandes trozos de cristal. Suelto un grito de rabia y me quedo mirando a un horizonte inexistente, recapacitando en lo que acababa de hacer.
Justo entonces entra mi madre asustada y aún más enfadada por el estruendo de la escena. Nada más abrir la puerta y verme mirando atentamente a la pared donde antes estaba el espejo, se quedó paralizada. Yo permanecía inmóvil. Sabía que me estaba mirando, a mí y a mis ensangrentados brazos. Viendo como un liquido rojo caía poco a poco hasta las punta de mis dedos antes de terminar mezclándose con los trozos de cristal. Exhausto, lloraba sin sonido alguno, muchas lágrimas se derramaban por mi cara, terminando aquella mezcla trágica. Entonces mi madre susurró mi nombre repetidamente entre sollozos, después de preguntarse a ella misma en alto “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?” Esa misma pregunta me estaba haciendo yo… ¿Por qué?
-Krahdar…
-Lo siento…
-¿Por qué? ¿Qué te ha pasado? Últimamente no eres el mismo de siempre.- Permanecí callado unos segundos, y tras contemplar la que había montado en el baño, y está vez llorando sonoramente dije:
-Odio mi vida, me odio a mi y odio tener que pasar por todo esto.
-Krahdar… eso ya lo sabía. Se que no tenemos la mejor relación madre e hijo, pero créeme que entiendo que lo estés pasando mal. Pero no puedes hacer esto, no puedes hacerte tanto daño. Si ya te hacen daño los demás ¿Por qué te unes a ellos?- En eso tenía mucha razón, y me quedé meditando mi respuesta unos instantes.
-Necesito ayuda. La vuelvo a necesitar. Pero se que las cosas no van bien en casa, desde que los abuelos se mudaron ya no nos dan esa ayuda económica…
-Cariño… lo siento. No debería haberte hablado así nada más entrar. Tuve que preguntar qué tal estabas. Y ten claro que como madre haría todo lo que fuera por ti. Y ahora déjame que te cure esas heridas.- Mi madre solo veía las que me había producido por el golpe, en la que aún tenía algún pequeño cristal incrustado entre los dedos. Pero al cogerme del brazo malherido vio todo lo demás. A lo que no reaccionó de ninguna manera, más que entristeciéndose aún más y cogiendo más agua oxigenada.- Mañana vamos a pedir vez para el psicólogo ¿te parece bien? Y cuando termine con esto dúchate. Y será mejor tirar esas tijeras…
No volvimos a pronunciar otra palabra. Me había sorprendido la serenidad con lo que se había tomado lo ocurrido, dentro de su muy aparente preocupación y disgusto. Lo de las tijeras no sabía a que venía, hasta que pensé que creyó que las heridas del brazo me las he hecho con ella. Podría habérseme ocurrido antes…
Ante ese pensamiento sentí el mayor despreció hacía mi. Nunca creí que acabaría recurriendo a estos limites. Ya no me bastaban los golpes a la pared ni los moratones en las piernas. Realmente ahora necesitaba más ayuda que nunca. Con lo que me estaba echando mi madre me escocían mucho las heridas. Pero el dolor que siento por dentro, aún más que antes de haber hecho esto, no me lo quitaba nadie ni nada. Cuando terminó de curarme se fue mirando atentamente al lavabo, donde poco a poco tragaba lo que no fuera solido. La cerámica blanca había cogido un tono rojizo oscuro, que pronto se disipó con el agua.
-Krahdar, no vuelvas a hacer esto nunca ¿vale?- Me dijo desde la puerta.- Y no te preocupes. Espejos hay muchos, pero no quiero perder a mi único hijo. Quiero que todo lo que te pase me lo digas. Yo intentaré no hablarte de formas que te puedan hacer sentir mal.- Esas palabras me llegaron hasta el alma. Y cuando cerró la puerta, me quité la ropa, miré ese cuerpo que tanto odiaba al desnudo, y cerrando los ojos me metí bajo la ducha. Desde que lo vi lleno de sangre no he querido volver a ver mi brazo malherido. Bajo el agua templada vuelvo a llorar, aunque ahora mis lágrimas se disimulan con el agua de la ducha. No, no me creo que esto me esté pasando a mi… Debo contarlo todo, tanto a mi madre como al psicólogo. Porque he acabado recurriendo a la autolesión para complacerme. Aunque no ha sido la primera vez, si que ha sido la más fuerte y dolorosa. Y espero que la última… Ojalá esta oscuridad se fuera igual de rápido y de fácil como el agua por la cañería. Deseo salir de esta depresión, o la depresión acabará conmigo, del todo.
Al salir de la ducha, me tumbé en mi cuarto. Cogí un buen puñado de discos y me puse a escucharlos. No tenía ganas ni intención de hacer otra cosa. También cogí un pañuelo y me lo puse encima de las heridas, no quería ver lo que había hecho. Entre esos discos empezaron a sonar canciones de mis grupos favoritos qque se titulaban ‘It Was Written in Blood’, ‘Crawling’, ‘Screenager’, 'Sleepwalking'… y muchas canciones apropiadas para el momento. Ahí fue cuando más agradecí a la música que me hiciera volar de un mundo en el que odiaba vivir. Tenía la ventana abierta y la puerta cerrada. Pero no se me habría ocurrido salir por ninguno de los dos lados. Simplemente quería quedarme dormido y no volver a despertar.
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BRILLOS OSCUROS
Teen FictionVivimos nuestra vida de una manera que jamás la vivirán los demás, ni nosotros podremos vivir como la viven los demás. Somos únicos, y esa peculiaridad es la que debe hacernos sentirnos orgullosos, no todo lo contrario. Mil formas de ser, de sentir...