Primera carta: Felices por siempre

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Querida Darla: te escribo para decirte que no puedo esperar más para verte, te extraño, demasiado. Cuando todo esto termine, prometo que no me separare ni un momento de tu lado, es un infierno estar lejos de ti, lo único que me hace seguir estando de pie son los recuerdos… nuestros recuerdos.

oh Darla… recuerdo la primera vez que te vi, estabas tan hermosa en ese vestido vino tinto que tanto resaltaba tu blanca y sedosa piel. Tus ojos cafés se matizaban con el dorado de los rayos del sol, los mismos que se deslizaban por tu perfecto rostro y bailaban con tus delicados rasgos. Eras perfecta, lo sigues siendo y te admiro por eso. Eres mi perfección.

¿Recuerdas ese día? Caminaba sin rumbo, me sentía solo, vacío. Tenía tantas personas a mi lado pero ninguna me ayudaba a llenar el hueco que tenía en mi interior. Mis pies me llevaron a ese concierto, en donde, por una milésima de segundo, levante la vista de mis pies y pude captar tu perfección pero luego te esfumaste entre la multitud, hasta llegué a creer que eras un espejismo. Me pregunté si la perfección era posible, no lo creía hasta que te volví a ver. Dude en hablarte, pues tenía miedo, miedo de que te negaras a contestarme. Finalmente me decidí a decirte “hola” pero tú no me contestaste. Era obvio que no me habías escuchado con el ruido de tan estruendosa música, así que te esperé. En la salida te llamé, ni siquiera sabía tu nombre así que sólo te grité “hey”, te giraste pero no me viste, de seguro era por el brillante sol cegándote los ojos. Con nerviosismo me acerque a ti. Recuerdo quedar mudo frente tuyo, no sabía que decir, parecía haber perdido el habla. Sentía mi corazón en la garganta, a punto de vomitarlo. Tu mirada era la culpable, tus ojos tenían algo que me dejaba fascinado, me hacía poner la piel de gallina. Ese algo que encontraba en tu forma de mirar, que me dejaba embelesado… como un niño cuando mira sus caricaturas favoritas. Tenías una mirada… penetrante, parecía que me podrías descifrar con solo centrar tus ojos en mí, me sentía tan expuesto. No quería que vieras mi sufrimiento, mi pasado, quería un nuevo futuro, uno en donde tú estés a mi lado, y me aseguraría de tenerlo.

"¿Necesitas algo?" Fueron tus palabras, en una voz dulce y angelical, oh Darla... no sabes lo que me provocaste, de pronto estaba frío… helado, me sentía en presencia de un ser perfecto, de un ángel, eso… ¿era posible? Un escalofrío corrió por mi columna vertebral, avisándome que te habías ido. Otra vez desapareciste.

Todas las noches desde ese día, recreaba historias contigo como protagonista, donde estábamos juntos, todas con un final feliz, ni yo me las creía pero me daban fuerzas para seguir el día a día.

Imaginaba que tocabas mi puerta, y me decías que no me pudiste olvidar desde aquel momento, se me aceleraba el pulso de solo pensarlo. Era como si tuviera un nuevo comienzo, donde nadie me juzgaría por mi pasado, me sentía libre. Luego volvía a la realidad,  yo no me sentía digno de ti, un ser espiritual como lo eres tú no puede estar con un ser malvado como yo. Si, así es, yo era un ser malvado hasta que te conocí, era egoísta, despiadado, pensaba en mí y solamente en mí, disfrutaba del dolor ajeno para olvidarme del mío. Si dolor, lágrimas y sufrimiento estuvieran embotellados, serian mi Coca-Cola. Como te dije, la gula de malas situaciones era mi mayor deleite. Pero luego, todo eso llegó a su fin cuando me di cuenta lo que el destino tenia para mí. ¿Alguna vez creíste en la redención? Suena raro pero fue asi, deje mi casa que estaba a kilómetros de distancia de la ciudad y volvi a la vida que antes odiaba, solo con la esperanza de volverte a ver y que curaras mis heridas.

¿Recuerdas cuando el destino por fin volvió a cruzarnos? Decidí volver al lugar en donde te vi, esa plaza en donde se realizó el concierto de no sé quién, en lo único que pude pensar fue en ti. Ese dia no había prestado atención al lugar, ahora me di cuenta lo destrozado y abandonado que estaba este sitio. Parecía que hubieran pasado años desde que alguien le dio una mano de pintura, si quiera una limpieza, nada. Los juegos para niños parecían todo menos eso, los columpios brillaban por su ausencia, solo estaban las cadenas que colgaban desde caños oxidados, los mismos estaban en casi todo el descampado, sucios y rotos pedazos de metal que alguna vez sirvieron para entretener a miles de niños sonrientes. Asi es como me puse al verte sentada en aquel roto banco de madera, pero la sonrisa no duro mucho, se esfumó al verte llorando desconsoladamente. Decidí acercarme y esa vez no fue como la anterior, esa vez pude hablarte sin un nudo en la garganta, "¿estas bien?" Te pregunté, y fue ahí cuando me abrazaste, me contaste de tus malas experiencias y me dijiste que querías a alguien que te ame sinceramente. No podía decirte que te amaba, no aún ¿Qué clase de persona se te declara la segunda vez que te ve? Así que me ofrecí ser tu amigo, y aceptaste eso fue lo mejor que me podrías haber hecho. Queria gritar, necesitaba sacarme la emoción que tenía dentro, pero no lo hice, no quería que me vieras como un loco.

Después de ese momento nos hicimos tan unidos, oh Darla... todavía recuerdo cuando me declare a ti, estaba muy nervioso, sudaba mucho, demasiado, parecía que me había caído en una botella de aceite de lo brillante y mojado que estaba, sumandole la manera de temblar, se podría decir que era una gelatina. Pero aún así pude confesarme, me pareció una eternidad el tiempo que tardaste en contertarme, nunca estuve tan contento de escuchar la palabra "si" salir de la boca de alguien.

En fín, como te escribí al principio de esta carta, solo quería decirte que eres lo mejor que me pasó en la vida y que no puedo esperar a estar contigo, oh Darla... falta tan poco para volver a verte, cuento los días con el corazón en mis manos esperando dartelo y estar juntos sin tener que separanos más. Quiero mi felices por siempre

Tuyo siempre. Marco

Enamorame, perraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora