fiebre - capítulo 7

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Los amigos de Alba ya estaban esperando en el bar cuando Natalia y ella llegaron, al fin. La morena, que desconocía que aquel día iban a salir, se había vestido simplemente con unos vaqueros y una sudadera enorme, así que su cara había sido bastante cómica al descubrir que lo que Alba tenía planeado no era simplemente comer pizza en su casa y hacer como que veían una peli mientras se comían a besos.

Entraron con las manos entrelazadas, pero la pintora enseguida se soltó para abrazar uno por uno a sus amigos. Allí estaban María, Pablo, Marta, Carlos, África y Damion, dispuestos a ver el partido de futbol que al parecer era una afición que tenían casi todos en común, salvo por Alba y el pobre Damion, que era el único que no llevaba una camiseta de alguno de los dos equipos que iban a jugar.

—Dichosos los ojos, la Reche y la modelo buenorra. —Bromeó María, levantándose para abrazar a su amiga y después presentarse a Natalia, que ya había sido correctamente presentada y había saludado al resto, de manera más amistosa que la única vez que se habían visto. —Si no lo sabías ya, soy María y soy la compañera de piso de la furby rubia esa.

Alba la fulminó con la mirada, pero cómo siempre, la chica hizo caso omiso a su compañera y continuó hablando con Natalia.

—Tu ni caso, chata, Alba ladra mucho y muerde poco, si alguna vez te dice algo malo me la mandas, se pone muy tontorrona cuando le gusta alguien.

—Mari, que tu amiga soy yo. —Gruñó de nuevo la que había sido mencionada.

—Y por eso le estoy aconsejando a este bellezón que, en caso de duda, estoy aquí para resolver todos sus problemas. —Y con un guiño de ojos y dando un sorbo a su botellín, aquel espectáculo de mujer culminó su discurso sentándose de nuevo en la mesa para ver de una vez el partido, que estaba a medias.

Alba y Natalia tomaron asiento en el lado más alejado de la mesa, desde donde apenas se contemplaba la televisión.

—Pues parecen bastante majos. —Comentó Natalia, observando como hablaban entre ellos para picarse por el resultado del partido.

—Normalmente no se ponen tan hooligans, se les pasará. —Aseguró Alba, que se inclinó para dejar un beso casto sobre sus labios. — Gracias por aceptar este plan, aunque no te hubiese avisado del cambio.

—No te preocupes, rubia, el sitio parece agradable y ellos llevan un rollo que me gusta. —La respuesta de Natalia hizo que parte de la preocupación de Alba se disolviese.

—Pues verás cuando conozcas a Julia, te va a encantar.

Alba y Natalia apenas habían acabado su primera bebida cuando la famosa Julia apareció por la puerta, haciendo que todos se levantasen a recibirla con besos y abrazos. La última en hacerlo fue Natalia, que a pesar de no ser tímida, sentía cierto respeto por la que parecía ser una de las amigas más cercanas de Alba.

Sin embargo, la gaditana, que ya venía advertida, tiró de ella hacia abajo para, ni corta ni perezosa, plantarle dos besos, uno en cada mejilla.

—Natalia, ya tenía yo ganas de conocerte a ti. Me había dicho Alba que eras guapísima y mira, lo secundo. Chica, menudo cuerpazo y menuda cara. —Se giró hacia la rubia, que las miraba a ambas sonrojada. —Albita. ¿de donde dices que te has sacado a este pivonazo?

Aquello hizo reír a Natalia, que de inmediato destensó los hombros, mucho más relajada tras comprobar el humor tan natural y divertido que Julia desprendía.

—Pues ella necesitaba una modelo, yo necesitaba dinero y aquí estamos después de un retrato en pelotas de mi culo, Julia. Una historia de amor de las bonitas, de las que hacen pelis en Hollywood.

french girls // albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora