El Sacro Emperador Romano

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¿Así que quieres oír la leyenda de Federico Barbarroja? Pues más vale que nos invites a otra ronda. Puede que incluso a dos. Porque verás, es una gran historia. Pero bueno, todo en ese hombre era grandioso. Barbarroja fue un hombre de grandes apetitos... grandes ambiciones... y una gran barba roja. Pero la pregunta, lo que tú te preguntas, es: ¿Bastó con eso? ¿Basta la voluntad de un hombre para construir un imperio? Porque en esa época no existía aún el Sacro Imperio Romano, sólo había un montón de belicosas ciudades-estado. Estos principados, dudosamente leales, estaban más interesados por una confederación libre que por un imperio unificado. Pero Barbarroja creía que él era Emperador por voluntad divina, tenía la intención de devolver su antigua gloria al Sacro Imperio Romano. Y si eso significaba acabar con todos los príncipes alemanes, pues que así fuera.

Barbarroja era llamado el azote de Europa. Pero era tan buen diplomático como guerrero. Unificó Alemania con algo más que su espada. Creó un código legal conocido como Paces territoriales: ayudó a los necesitados fijando un precio oficial para el grano después de cada cosecha. Las provincias de Alemania se convirtieron pronto en las más prósperas y poderosas de Europa. El Sacro Imperio Romano tuvo tanto éxito que amplió enseguida sus fronteras.

Federico Barbarroja: emperador y líderWhere stories live. Discover now