Enrique el León

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El Imperio estaba en pleno apogeo y su población crecía rápidamente. Los alemanes talaron bosques, desecaron pantanos y hasta le arrebataron tierra al mar. Pero ni siquiera así tenían suficiente espacio. Si ocupaban la vasta Polonia, la presión en las fronteras del Imperio disminuiría. Para negociar con Polonia, Barbarroja recurrió a uno de sus más poderosos vasallos, Enrique el León. Enrique era un poderoso príncipe de Sajonia, y sus decadentes palacios eclipsaban a los del propio emperador. Aunque juró lealtad a Barbarroja, algunos se cuestionaron si su intención no era la de hacerse con el poder del Imperio. Al ordenar a Enrique que ayudara en la dominación de Polonia, Barbarroja pretendía poner a prueba de una vez por todas su voto de obediencia.

Enrique esperaba ser descuartizado, el castigo usual para los traidores en esa época. Pero Barbarroja reconoció el potencial de un poderoso aliado y le perdonó oficialmente, a condición de que Enrique el León jurara apoyar a Barbarroja desde ese momento. Sorprendentemente, Enrique aceptó. Alemania fue unificada y Enrique el León pacificado. Pero el Sacro Imperio Romano aún no estaba completo. Desde la época de Carlomagno, el Imperio reclamaba la posesión de Italia y, especialmente, de Roma.

Federico Barbarroja: emperador y líderWhere stories live. Discover now