Me dirigí rápidamente a la habitación de mi madre.
No sé lo que sucedió, pero todo se tornó negro. Solo oía una voz en mi cabeza, aunque no recuerdo lo que decía.
Por fin desperté. Me tomó unos minutos darme cuenta de lo que pasaba, pero lo logré; mi madre, estaba acurrucada junto a la camilla en la que yo estaba, y todo era blanco a mi alrededor. Estaba en el hospital, sí... Enseguida mi madre se dio cuenta de que había despertado y pude ver cómo las facciones su rostro se relajaban.
— ¿Cómo estás?—Preguntó en un dulce tono de voz.
—Bien— Le contesté, aunque no estaba segura de lo que estaba pasando.
—La enfermera dijo que sufriste un leve desmayo, ocasionado quizá por el estrés o por algún tipo de dolor intenso... ¿Te has estado sintiendo bien?
Tardé unos segundos en responderle, dado a que me costaba procesar lo que ella decía y seguía sin saber qué era lo que había sucedido.
—Sí, creo que he estado bien.
Cinco minutos más tarde, la enfermera entró para decirle a mi madre que me dejara sola un rato para que pueda descansar. A decir verdad, no tenía sueño.
Al cabo de tres horas, ya me habían dado el alta y estaba tomando el autobús a casa junto con mi madre.
Una vez que llegamos, intenté recordar con exactitud lo que había pasado. ¿Cómo había sido todo? Lo último que recuerdo, es que caminé hasta la habitación de mi madre... Pero, ¿fue allí cuando me desmayé? Todo era muy confuso. Solo sabía que todo se había desvanecido a mi alrededor, y que luego de eso desperté en el hospital. Tenía un vago recuerdo de una voz hablándome, pero ni siquiera sabía qué era lo que decía.
Una persona normal quizá estaría asustada, o estaría atormentada con numerosas preguntas sobre lo ocurrido. Lo único que yo sentía era confusión.
—Susan, ve a acostarte. Mañana no irás a la escuela.
Intenté protestar, pero sabía que era inútil. Quizá no estaba cansada, pero no me faltaban ganas de estar acostada viendo una película.
Obedecí a mi madre y me acosté en mi cama. Extendí mi brazo para tomar mi nuevo libro de mi mesita de noche, cuando la voz de mi madre me interrumpió.
—Ni lo creas—dijo a la vez que entraba a la habitación con dos tazas en sus manos—Necesitas descansar y no quiero que fuerces tu vista leyendo. Prefiero que veas televisión.
La miré indignada y entrecerré mis ojos —¿Hablas enserio? Como si mirar televisión fuera mejor que leer un libro, aparte de que no estoy cansada.
Omitió mi respuesta y se sentó a mi lado —Y dime... ¿Qué fue lo que pasó? No podemos hacer como si nada hubiese pasado. Mañana iremos a hacerte unos análisis para verificar que todo esté bien.
Quería decirle a mi madre que había oído un ruido y que luego de eso me había desmayado, pero ¿qué objetivo tenía? Lo del "ruido" solo iba a servir para preocuparla, o que a lo mejor piense que estoy loca.
— No lo sé, simplemente fui a tu habitación y supongo que ahí fue cuando me desmayé... No estoy segura.
Asintió levemente y me tendió una de las dos tazas que traía en sus manos.
—Tómalo antes de que se enfríe.
Ugh, no me gustaba demasiado el té.
Prendí la televisión y comencé a cambiar los canales en busca de algo interesante. Me decidí en dejar Disney Channel, aunque estaban dando la estúpida serie del perro que habla, Stan. ¿Disney se había quedado sin ideas? Nada nunca va a compararse con las series de antes, y menos si ponen a un perro que "habla" junto con tres niños que actúan peor que la pared.
Como el programa era verdaderamente aburrido, el sueño no tardó en apoderarse de mí, aunque me pareció extraño dado a que minutos atrás no me sentía cansada. Antes de quedarme dormida, una imagen llegó a mí; era la habitación de mi madre, y había una gran sombra proyectada en la ventana.
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Gatos & sombras
Teen FictionTodo en la vida de Susan Collins parecía ser normal, al igual que ella. ¿Podría eso cambiar de un momento a otro? Desde la llegada de dos misteriosos chicos al Instituto Green Hills, deberá descubrir secretos que influyen en su día a día y que parec...