Capítulo 5 Estoy celoso de que él tenga un papá y yo no

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-¿Me quieres explicar porque te peleaste con ese muchacho? -le pregunto en un tono furioso Carolina, a su hijo mayor, Santiago, justo cuando habían colocado un pie afuera del colegio. Había decidido que se iría caminando hacia su casa, para aprovechar y hablar con su hijo.

-Porque es un imbécil -contesto de mala gana.

-Tu estas buscando que te de, ¿verdad?

-Mamá, es solo que él -soltó un suspiro de frustración-, no me cae bien.

-¿Y ese es motivo suficiente para agarrarte a golpes con él?

-Tampoco es que lo agarre a golpes, solo lo molestaba y ya. No es que pretendía hacerle daño; si lo hubiese querido, el pobre hubiese ido a parar al hospital.

Carolina, paro en seco y se volteó para ver directamente a la cara a su hijo, incrédula por lo que acababa de oir.

-¿Ah sí? -se cruzó de brazos ofendida. Le parecía injusto y cruel que su hijo se aprovechara de que asistía a clases de Karate, para quizás, hacerle daño a alguien, además, de que tenía un cuerpo bastante ejercitado y él lo sabía.

-Si -le contesto altanero.

-Pues aparte de la zurra que te voy a dar, sería un buen castigo dejarte sin ir un mes a tus clases de Karate.

-No mamá, eso no. Sabes que no puedo faltar a mis clases, dentro de poco subirán al cinturón negro. Debo seguir practicando.

-Si vuelves a insinuar que le puedes hacer verdadero daño a alguien a raíz de que sabes Karate créeme que te arrepentirás mucho. Y ten por seguro que te olvidaras de él.

-Si mamá. Lo siento -le respondió ya más calmado. Su madre sabia donde darle para bajarle los humos.

-No me has contestado mi pregunta inicial ¿porque te peleaste con ese chico? -volvió al ataque Carolina.

Santiago coloco los ojos en blanco.
-Mamá ya te lo dije.

-No. Que no te caiga bien, no es motivo suficiente para pelearte con alguien. Sé que hay algo más. Tú no eres así. Tu nunca te peleas con nadie -frunció el ceño-. Por dios, si ni quieras peleas con tu hermano.

-El tipo es un idiota, no lo paso. Me da rabia.

-¿Qué te da rabia? -inquirió curiosa, sacando las llaves de la casa; ya estaban llegando a su residencia.

Santiago bajo la cabeza, no quería compartir con su madre lo que el sentía y lo que estaba pensando en esos momentos. Sabia, que, si lo hacía, lastimaría a su madre. Así que opto por la vía quizás no la más adecuada, pero sabía que su madre dejaría de insistir y lo dejaría en paz.

-Nada que te importe mamá. Es mi vida. No te metas.

-Acabas de sumar 5 azotes más, al castigo que ya tengo pensado darte. Te lo pregunto otra vez. ¿Porque le tienes rabia a ese muchacho? ¿Qué te ha hecho?

-Nada -le contesto enojado, justo en el momento en que cruzaban el umbral de la puerta de su casa.

Al llegar, su otro hijo que hoy no había ido a clases, ya que a su salón le habían dado el día libre, porque tenían una reunión de profesores, salto hacia Carolina dándole un fuerte abrazo. Ella le correspondió llenándolo de besos.

-Está de más decirte que estas castigado Santiago, sube a tu cuarto que en un rato voy yo a arreglar cuentas contigo.

-¿Qué hiciste? -pregunto su hermanito frunciendo levemente su ceño.

-Nada que te importe -Como solía ser costumbre, muchas veces Santiago pagaba su enojo con su hermano, que estaba siempre ahí para él, muy noble y con un gran corazón.

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