Sombras

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Las historias que se cuentan, por más fantásticas que nos parezcan, siempre contienen algo de verdad, relatos que nacen de vivencias y que con los años llamamos leyendas...

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-Abuelo, abuelo... moo... despierta - una voz en la lejanía me apartaba de los sueños... mis ojos cansados con el paso de los años parpadearon un par de veces antes de abrirse.

-Mi pequeña flor de Sakura... debes perdonar a este viejo, con los años es difícil controlarlo

-Moo abuelito, ¿al menos sueñas? - su risueña pregunta me contagio una sonrisa genuina que la edad mostraba cansada

-Pero claro que sueño, a veces me cuesta un poco recordarla y sólo los sueños me la traen de vuelta...

- ¿A quién abuelito? ¿a mi abuelita?

-Sí mi pequeña flor... a tu abuelita...

-Y... ¿cómo era ella? - se acomodó a mi lado atenta a escucharme

- ¿Quieres oír las historias de un viejo?; tú padre cree que estoy loco, pero sé que no es así...

-Claro que quiero escuchar... y voy a creerte abuelito, lo prometo... - sus pequeños ojos tan negros como los míos brillaban de emoción, mientras acomodaba tras sus orejas sus cabellos castaños como el atardecer, mismos que me hacían sonreír con melancolía...

-Pues ponte cómoda mi pequeña flor de Sakura, te contaré todo lo que este viejo guarda como tesoro en su alma...

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El salado aroma de las olas rompiendo y la brisa fresca que se colaba por mis pulmones, llenándome de emoción, mi cabello negro y desordenado brillaba con el viento, mientras mis ojos se posaban expectantes a la llegada del atardecer, la manera en que el cielo comenzaba a teñirse de rojo y el mar a destellar siempre me había fascinado, la instancia previa a la caída de la noche era mi momento favorito, las reglas de mi pueblo me lo prohibían; "la noche le pertenecía a los espíritus y el día era de los hombres"... mas esta no era la primera vez que me escabullía para mirar la belleza de este momento, quería huir del pueblo, de esta isla que me hacía sentir encerrado, interminables horizontes de mar y la tarea que se me encomendaba como hijo del líder de la aldea, entrenando desde que tengo memoria con la espada negra que me acompaña, al menos la sentía propia, no así lo que querían que fuese...

Mis pies descalzos y pantalones arremangados por sobre las rodillas, dejando que el mar bañara mis dudas, mi corazón se negaba a que esto fuera todo lo que vería en mi vida; y las olas frías entumiendo y calando hasta mis huesos, adormecían en algo los fantasmas que habitaban mi interior, la helada noche contrastaba con nuestros calurosos días, mas no me importaba, la breve sensación de libertad era suficiente para soportar el helado viento en mi piel...

No noté el paso de las horas, campanadas en la lejanía me anunciaron la llegada de la media noche "hora de los espíritus" susurré, disponiéndome a regresar, jamás estuve hasta tan tarde, nunca vi los espíritus antes, pero las leyendas hablaban de crueles criaturas de otro mundo que alcanzaban a las almas fuera del círculo de protección del pueblo, con el fin de reclamarlas como propias y condenarlas a la eternidad de la noche...

Mis acelerados pasos, pronto se transformaron en zancadas sobre la arena, el sonido de las olas se mezclaba con la melodía de cascabeles, en instantes podía oírlos tan cerca que mi corazón ralentizó sus latidos para enfocar de dónde provenían, me detuve en seco, desenvainando mi espada, buscando en la oscuridad al causante, la luna con su luz me proveyó de algo de valor, encontrando a los pocos segundos varias sombras que tenían aproximadamente la mitad de mi estatura, estaban a tan sólo unos metros de frente a mí, entre ellas una se alzó hasta alcanzar casi mi altura o tal vez un poco menos, era completamente negra, cubierta con una capucha alzó su rostro hacía mí, miré sus ojos que carecían de pupilas y tampoco iris, completamente platinados, una sonrisa perturbadora se dibujó en su cara, haciendo sonar los cascabeles en un bastón alto...

Yoru No KageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora