Cadenas de tiempo: Fin y Comienzo

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Había pasado una semana desde el incidente que se había llevado muchas vidas... Asuna había permanecido ayudándonos, había salvado a Cardinal e incluso le enseñó los más poderosos sellos protectores; mi padre agradeció su ayuda, muy a su pesar, entendía que sin ella, todos habríamos muerto... creí que ella se quedaría a mi lado; mas, bastaron sólo dos palabras de su voz para acabar con mi ilusión...

—Debo irme... — ingresó a la habitación en que ambos estábamos durmiendo, ella había aceptado no irse en las noches; pasando su calor, a volverse necesario para mí, parte de mis sueños, cual si nunca hubiese estado sin ella...

— ¿A dónde?; yo creí que nosotros...— empuñé mis manos y apreté mis dientes, no quería estar sin ella

—Te amo Kazuto... pero no está bien... no puedo vivir entre humanos — antes de que mis pensamientos me traicionaran creyendo que no me amaba, ella había irrumpido; y sin embargo la mezcla de sentimientos insistió en confundirme...

—Puedes — hice una pausa buscando sus ojos; y con ellos, mi necesidad de tenerla junto a mí — claro que puedes; todos te debemos mucho, a ellos no les importa qué eres; sabes que a mí no me importa... — su mirada se cristalizó, un minuto me bastó para amarla; unas horas saber que no quería vivir sin ella; una semana... para entender que bajo su enorme poder y fuerza abismal, habitada una mujer maravillosa, una que mi alma ansiaba cobijar el resto de sus días.

—Me iré de la isla; hay un continente más allá del mar...

— ¿Es definitivo? — interrumpí su explicación

—Sí... — bajó su rostro y vi rodar una lágrima que rápidamente atrapé con mis dedos

—Iré contigo... empezaremos desde cero; donde nadie sepa quiénes somos

—No puedo Kazuto... no puedo alejarte de lo que amas...

—Entonces no me alejes de ti — el silencio fue testigo una vez más de las miradas cómplices y expectantes, podía ver el miedo luchando con sus deseos de quedarse a mi lado... Acorté nuestra distancia, respirando cerca de su boca, con mi mano acaricie su mejilla, haciendo que cerrara sus ojos brillantes, mi otras mano rodeó su cintura aferrándose posesivamente al pequeño cuerpo que temblaba, dándole un aspecto frágil que me hizo sonreír, ella estaba exponiendo ante mí sus miedos; continué sintiendo su aliento sobre mis labios, mientras mi mano en su mejilla se acomodaba ahora en sus cabellos, tomando su mentón inclinándola para que viera directo a mis ojos oscuros, mismos a los que ella soplaba vida, moviendo mis dedos a hundirse en su nuca, haciendo nada la distancia, en un beso embriagante y lento, que con los segundos sumaba pasión y calor a la caricia, sus manos treparon hasta mi cuello presionando con necesidad, buscando aire por segundos sin llegar a separarnos, haciéndome sentir que más que nuestros cuerpos, eran nuestras almas fusionándose, traspasando la piel y lo límites que el mundo imponía; nos separamos jadeantes y sonrojados por dejar que la pasión se desencadenara así...

—No vuelvas a intentar alejarte de mí; no si tú también me amas — mi voz sonó demandante, provocando que ella apretara mi camisa —creo que aún no entiendes que no puedo... ni quiero vivir sin ti — sus manos seguían empuñadas contras mis ropas, las tomé haciendo que se extendieran sobre mi pecho — ¿Lo sientes?... ya no me pertenece, nada lo hace, todo lo que soy, te lo entrego... No tengo nada...

—Soy tuya — me interrumpió ruborizada, casi imitando el color de su pelo — yo soy tuya... — susurró — Kazuto te amo — fue lo único que necesité para volver a robarle un beso; partiríamos juntos a un nuevo hogar, en busca de nuevos horizontes; y en el sitio que fuera... yo la seguiría y me volvería el más fuerte para poder llegar a ser digno de protegerla...

Yoru No KageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora