Capitulo I

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Un grito de Eira desde la distancia espanto el ave que su hermano estaba dibujando. Ante el susto, Alex empujo con cierta dureza adicional el lápiz creando un pequeño rayón en el retrato. La niña que venía corriendo presurosa hacia la reja tras la cual Alex estaba escondido bajo el paso lentamente hasta detenerse junto a su hermano, vio la hoja manchada y se sintió un poco mal por dañar su trabajo.

Aunque nunca había visto ese pájaro en persona, ni siquiera ahora que se había ido antes de que tuviera oportunidad de detallarlo, Eira sabía lo importante que era, Alex no le hablaba de otra cosa en los últimos días, repetía incesantemente que alguien le había contado que este año la ruta de vuelo de los Usynfu había cambiado y que era probablemente la única oportunidad que tendría para bosquejar uno.

Te encantaría verlo, las plumas de su espalda son invisibles por fuera, cada vez que quiere pasar desapercibido solo se cubre con ellas Le pareció que fueron las palabras de su hermano. Ver en el cuaderno la imagen de un pájaro el cual parecía que tenía un hueco donde deberían ir las alas confirmo sus sospechas. Eira balbuceo una disculpa entre los dientes y explico apenada que ya iban a cenar, Alex hizo un gesto alegre, le acaricio la cabeza y le dijo que no pasaba nada a pesar de estar un poco achantado.

Se dirigieron juntos a casa, vivían en una pequeña hacienda bendecida con vitalidad que había pertenecido a la familia por bastantes generaciones. Los Airón tenían fama de trabajadores y no era en vano, a todas horas tenían que estar moviéndose y era difícil pensar en una ocasión en donde hubieran sido atrapados holgazaneando. Desde que Alex era un niño recuerda ver a sus padres, tíos o sobrinos cargando bultos, cocinando, labrando o cosechando. Todos los habitantes del pueblo pensaban que tenían una vida inviable, pues a pesar de no tener un terreno grande cultivaban y criaban un poco de todo dándoles cierta independencia.

Tener tanta gente en una casa complicaba a la hora de comer todos juntos, normalmente no a todos les gustan las mismas cosas por lo que fueron enseñados a tragar y callar. Ese día no fue la excepción y se sirvió un puchero que causo vitoreo por una parte y silencio por la otra. Alex, perteneciente a la segunda mitad, acabo rápido y se paró sin mayor meditación de la mesa.

«Sabes dónde está tu tía Amara» preguntó a su primo pequeño que tenía la cara cubierta de caldo, este lo miro con unos expresivos ojos y apunto hacia fuera de la casa, en dirección a los establos. Salió e hizo caso a las direcciones, hay estaba su madre alistando paja para que los animales comieran mañana. Era una mujer bonita, a pesar de siempre llevar ropa holgada y usualmente sucia su cabello negro y los rasgos suaves de su cara le daban un encanto natural.

- Podría haber hecho eso por ti, bastaba con que lo pidieras – Dijo Alex sacando a su madre del trance en el que estaba. Ella giro sorprendida y al ver a su hijo volvió a lo que hacía.

- Yo lo hago más rápido, – Contesto sin mirarlo – Además, siempre te cansas a la mitad y los Osfamas quedan hambrientos con la porción que dejas.

- Eso no es cierto. Yo les dejo justo lo necesario. Los mantengo en forma

- La última vez que te di la oportunidad de hacerlo se convirtieron todos en sofás a modo de protesta, tomó media semana y muchas verduras que regresaran a su forma normal.

- Al menos decore el establo, esos futones se veían de lo más elegante

- No te lo niego. – Alex se adopto pose de victoria pero su madre al verlo demasiado engreído decidió añadir con una voz sarcástica – Aun así, el propósito de un Osfama es montarlo, cuando me pueda subir a un sillón y este me lleve galopando te daré la razón.

Hubo una pausa, el ruido de algunos insectos y el sonido que hacia el heno al levantarse evitaron que hubiera silencio. Amara de repetir tanto la misma tarea tenía todo el proceso mecanizado, verla verter melaza sobre las fibras, mezclarlo con un par de vueltas y ponerlo sobre una carretilla parecía un bucle. El olor dulce del aire estaba viciado de pequeñas partículas que salían de la mezcla seca de cereales.

- Entonces, ¿a qué viniste? – Preguntó Amara de una vez por todas

- Eso es cruel, ¿Por qué no pude venir a hacerte compañía? – Su madre volteo a mirarlo, ambos sabían que no podría ser así de simple. Ante la falta de opciones decidió ir directo al punto, respiro hondo para darse valor pero cuando abrió la boca solo pudo articular con un tono inseguro - ¿Puedo ir al mercado en tu lugar mañana?

El ambiente se tornó mucho más serio, se alcanzó a ver como Amara se congelaba por un segundo rompiendo el ritmo que llevaba. Alex le dio montones de razones, escupía cada escusa que se le cruzara por su mente, ninguna fue buena, aun así, su madre al notar lo decidido que estaba a ir en su lugar no tuvo otra que ceder a regañadientes a la petición. Cuando dijo que aceptaba Alex pudo respirar de nuevo, un gesto de satisfacción se formó en su rostro.

- Pero ni se te ocurra perder el tiempo hablando con comerciantes,- Advirtió su madre -muchos viajan todo el tiempo y ese peregrinaje los tiene locos. No quiero que se te peguen esas ideas de que la magia es un bien valioso, ni que con el uso correcto resolverá todos nuestros problemas, ¡son ridiculeces! Alguien que dice eso no conoce el daño que le ha traído al mundo. – Cada palabra parecía ponerla más colorada, termino tan roja que era difícil reconocerla. Ella misma había notado lo visceral que se había puesto así que resoplo por la nariz y para evitar perder el control se limitó a añadir- Y tampoco quiero que vayas a hacer bosquejos. Es un trabajo serio. Aun me cuesta un poco creer que sigues haciendo algo tan infantil

Apenas concluyo el discurso una voz salió desde los arbustos, un grito fuerte y agudo.

- ¡Los dibujos de mi hermano no son tontos! – Sentenció Eira enfadada

Amara se hubiera puesto ruborizada por la pena si no lo estuviera ya. Regaño a su hija por estar escuchando conversaciones a escondidas e intento mandarla a dormir. La niña refunfuño más, no podía creer lo que su madre estaba diciendo, la discusión se prolongó un poco, afortunadamente los demás estaban dentro de la casa, ninguno de los tres quería que nadie escuchara eso. Finalmente Eira se marchó aparentemente enfadada pero más que otra cosa triste por no haber podido ayudar a su hermano. Una tensión incomoda gobernaba el lugar.

- Mamá te prometo que... - Empezó Alex antes de ser interrumpido.

- No quiero oírlo, aun puedes ir mañana. Ya le contagiaste pensamientos a tu hermana, espero que estés contento ahora. Si quieres arruinar tu vida bien puedas, ya eres mayor, pero deja a Eira fuera – La decepción desparramaba en esas frases.

Alex se fue a dormir, aun asimilaba lo que acababa de pasar, quería hablar con su hermana. Se dijo a si mismo que podía hacerlo mañana temprano antes de salir para consolarse. No podía desvelarse esa noche, tenía que estar bien descansado para lo que pasaría mañana, gente talentosa y extraordinaria vendría a un pueblo vecino. Y una cosa era segura, tendrían menos cordura que cualquier comerciante. 

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⏰ Last updated: Aug 30, 2019 ⏰

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Sphairas: Alex AirónWhere stories live. Discover now