miedo y tarta de melocotón

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- No te vas a morir, Dils

- Pero me dan miedo sus ojos.

- Piensa en lo que harían con tu miedo si supieran que está ahí, mi amor.

Dicen que la vida son dos días. A veces para Dils parecían segundos. Dicen también que el éxito está en la belleza. Dils todavía no entiende todo lo que la gente dice, y todo lo que nunca especifican. Porque ella puede tener unos ojos preciosos y una nariz terrible. Entonces, ¿Dónde estaba su belleza?

Y entre palabras y gente, Dils no se da cuenta de que aquel hombre, sigue besándola, impaciente.
Pero entonces recuerda aquel patinete que May le regaló cuando cumplió doce, y se pregunta dónde estará en esos momentos.

El hombre baja sus manos hacia su cintura, rozando su piel con sus ásperos dedos.

El patinete era rosa, de dos ruedas y le acompañaba una bonita cinta verde. May le dijo que la cinta era por sus ojos, y después se abrazaron con fuerza. Dils nunca se lo dijo, pero la escuchó sollozar sobre su hombro.
Y también recuerda las largas tardes montada en su patinete, dando vueltas alrededor del hospital, una y otra vez.

Las manos del hombre ya han desabotonado su pantalón.

Y la rica tarta de melocotón que May preparaba para ella justo después, para recuperar energías, decía ella. Dils siempre se manchaba sus bonitos vestidos y May siempre le decía que no pasaba nada, que se podían lavar.

El hombre baja sus pantalones, tocando sus piernas al hacerlo, mientras sus ojos negros observan con deseo cada detalle en ellas.


Y Dils piensa si también se podrán lavar.

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