— Esto debe quedarte claro, no debes bajar nunca la guardia. — La menor recibió una patada en su costado y salió volando por la habitación hasta chocar contra la pared, la respiración de ambas chicas era agitada y el sudor era visible en sus cuerpos. Aquel combate era totalmente des-balanceado, la chica más pequeña aun no tenía el mismo control en su talento, por otro lado la oficial quizá llevara décadas en aquello.
— C...cierra la boca... ¡Esto es trampa!
— ¿Por qué? ¿Acaso necesitas tus juguetes para hacerme frente? Si debo encargarme de ti es porque tenemos las mismas posibilidades.
— ¡Eso es mentira, tienes ventaja!
— Esas solo son excusas de niñas mimadas. — La mujer de cabello corto salió disparada hasta quedar a pocos centímetros de la chica, girando las caderas con la pierna en alto, preparándose para patearla en el cráneo.
En cuestión de segundos, rayos de luz se extendieron por los brazos de la más joven, los cuales se movieron a una velocidad impresionante, deteniendo la patada de la mayor antes de liberar un estallido de luz azulada. El cabello de aquel par ondeó a causa del estallido, la oficial retiró rápidamente su pierna y saltó alejándose, manteniendo siempre los puños en alto y las piernas algo separadas.
La menor se recompuso e imitó la postura de la oficial, la única diferencia es que una vez en pie, se acercó a su rival y le arrojó un puñetazo. La esquiva por su contraparte no demoró y así comenzó una sucesión de golpes por parte de ambas féminas. Los pies de las dos chicas se movían por el suelo sin parar, en una extraña danza desconocida para muchos, los golpes iban y venían, algunos fallaban, otros eran esquivados y la menor parte pero más importante, daban en el blanco.
Las respiraciones se habían agitado cada segundo más y los jadeos se volvían más constantes, los golpes generaban ruidos similares al de sacos de boxeo estrellándose contra el suelo y las gotas de sudor salían despedidas ante cada roce o contacto. Una persona normal no hubiese logrado seguir aquel ritmo macabro de la pelea, la velocidad de los movimientos no era para nada normal, era como reproducir un video con el doble de velocidad, quizá el triple. En cuestión de segundos se realizaban más movimientos de los que se solían ver en las artes marciales mixtas por minuto, había que "verlo" para creerlo.
Un último estruendo sonó antes de que la menor perdiese el equilibrio, su pie derecho tropezó con el izquierdo y finalmente dio a parar en el suelo con un estruendo. Su pecho subía y bajaba rápidamente, tratando de recuperar el aliento después de aquel intercambio de golpes.
— Eso estuvo ciertamente mejor. — La oficial pasó las manos por su cabello y lo sacudió, liberándose de las gotas de sudor del mismo. — Algún día deberás también usar un corte decente.
— Ni loca... me cortaré el cabello, no me gusta ese estilo que tienes, deberías dejar que te pase de los hombros. — La menor sacudió la cabeza en el suelo y se quedó mirando el techo por varios minutos, logrando finalmente aminorar su ritmo respiratorio.
— Algún día cambiarás de opinión. — La habitación quedó un rato en silencio y luego volvieron a sonar los pasos, la oficial se acercó a la joven que descansaba en el suelo y le extendió la mano para ayudarla a levantar. — Ahora levántate, Elies, no podemos estar aquí todo el día. Hay cosas por hacer.
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Las luces artificiales eran la única iluminación de la oficina en aquel momento, las persianas estaban cerradas para evitar que entrara la luz amarilla de las farolas. Aquel espacio cerrado tenía un extraño olor, no era nada nuevo pero aún así nadie sabía a ciencia cierta qué podría ser. Los libros estaban ordenados pulcramente en los estantes, no seguían orden alfabético pero si un matiz decreciente de colores (O creciente, todo dependía de como quisieran verlo), junto a la única ventana había una silla algo vieja cercana a un gran escritorio de color negro, los documentos estaban esparcidos sobre este, aquellos papeles por el momento no serían relevantes en la conversación.
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Departamento de Magia
General FictionLa magia ha sido regulada durante años en la ciudad, los humanos viven una vida cotidiana mientras que los magos cuidan las calles de los ilegales, seres que aún se rehúsan a acatar las normativas. Isaac y Jacob se verán envueltos en un caso ci...