▷TWO MINUTES◁ CHANGLIX

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sus pies descalzos acarician la alfombra de pelaje suave y esponjoso de llamativo color amarillo sol. su pijama de noche adorna su pequeña anatomía y su cabellera rubia y larga hasta por debajo de sus orejas son tanteadas levemente al momento en el que se le es aplicado loción capilar.

—omma, ¿cantará para mí?—cuestiona algo adormilado al restregar sus pequeñas y cálidas manitos por sus grandes, aunque en ese momento entrecerrados, ojitos. la mujer pecosa, al igual que él, niega con la cabeza y eso llega a aterrar al muchachito.

la idea de no tener una canción de cuna, no le atrae para nada. cree que sin una de ellas, estará perdido y los monstruos debajo de su acolchonada cama lo encontraran despierto durante las penumbras de esa fría noche. no obstante, no insiste y, luego de cepillar sus dientes y hacer lo debido, marcha a su habitación. arropandose a si mismo con las frazadas y sábanas como el niño grande que es.

sus labios son atrapados ligeramente por sus dientes al oír la molesta voz de su padre y luego un portazo proveniente de la entrada principal y después, el carro azabache siendo arrancado forzosamente. ahora esta solo, pues, sus progenitores han marchado a una fiesta importante de negocios o, al menos, eso le fue dicho al infante.

la tenue y casi inservible luz (porque, claramente se trataba de un foco demasiado malo) que llega de una de sus lámparas de juguete con apariencia del pokémon munchlax, no alcanza a iluminar siquiera un cuarto de la habitación, y la misma tan solo apunta hacia el armario entreabierto con la vista a algunas prendas de vestir del pequeño lee.
sus ojos no se despegan de la misma zona y sus deditos se aferran con temor a la tela gruesa de su cubrecama de algodón. esta aterrado y no cree poder dormir con la idea de que un ente escaparía de su clóset. Solo esperaba que las historias y películas vistas junto a su primo chan fuesen una estúpida broma o un cuento con un final feliz.

pese a su cobardía y temor con respecto a dormir solo sin canciones, sin peluches, sin omma ni appa. sus párpados se niegan a mantenerse abiertos por completo por esa esa noche y poco a poco, caen rendidos al sueño.

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felix tiene miedo, esta aterrado y el temor lo inunda por completo; no sabe qué hacer y su cuerpo no reacciona, y quiere llorar que tampoco puede, quiere gritar pero nada sale de sus labios que cual sellados no se mueven un centímetro.

aquellos ojos oscuros desconocidos y penetrantes están sobre él; lo observan con hambre haciéndole concluir que el cera su cena. se repite una y otra y mil veces más en su mente que quiere ver a su madre, que quiere escucharla cantar y unirse a ella por más desafinado que lo hiciera. qué es muy joven y que se arrepiente de haber dicho lo contrario tantas veces.

qué prefiere, inclusive, estar con su padre que solía tratarlo como basura. pero, no de ese modo, no con ese sujeto de piel morena, cabello corto y rojizo con dos cuernos sobre ellos, con mejillas regordetas. no con ese sujeto, que le sonríe levemente con sus dientes de cuchillas tan afiladas. quiere ayuda.

—yongbok.—habla de inmediato el desconocido con una inusual voz rasposa que aturde los tímpanos del jovencito. sus finas garras pasean por la pálida piel de sus mejillas envuelta en estrellas resplandecientes hasta cortarlas en un filo hilo que pronto es cubierto de un viscoso rojo que indica que está sangrando. de inmediato, aleja su extremidad evitando dañarlo más. —mi lindo yongbok.—sonrie enternecido, observando a lo largo el diminuto cuerpo que el contrario posee.—te has vuelto tan pequeño.

felix tiene una respiración irregular, exsalando y expirando con dificultad. repitiéndose que se tranquilizara, no quería tener un ataque de asma una vez más, no solo sin alguien que le ayudase a contenerlo.

—todo estará bien—anuncia el más alto, acercando su rostro al del más bajo hasta plasmar un beso en sus labios muertos.

la figura desapareció sin dejar rastro ni pista de que estuvo allí mismo. felix despertó exaltado y de inmediato en la mañana comento lo sucedido. nunca le creyeron y felix simplemente trato de olvidar aquellos terroríficos dos minutos que como horas hicieron eterna su tortura.