Capitulo I

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Sonrió con amabilidad a su cliente mientras ponía su orden sobre la pequeña mesa cuadrada, dió una inclinación respetuosa y se retiró a limpiar el poco desastre que dejó en la pequeña cocina de su restaurante, detrás de la barra, dónde ejercía las actividades principales, cómo cobrar y servir bebidas. 

Mientras limpiaba algunas mesas en el centro del local, se distrajo ligeramente con el vaivén de un hilo que sólo él podía observar. 

Kim Seokjin era una persona especial, digamos que pocas personas como él habían en la tierra, personas con la capacidad innata de ver los hilos del destino, el pequeño camino a la felicidad. 

Siendo curioso por naturaleza, en ocasiones se perdía observando aquellas uniones, la forma en que se tensaban, se enredaban y se alargaban. Travieso como era, a veces jugaba algunas pequeñas cartas dentro de su local y ayudaba a las personas a cruzar sus caminos. En algunas ocasiones funcionaba, algunas otras no, pero el castaño siempre se quedaba con la sensación burbujeante que le causaba realizar una buena travesura. 

El hilo estaba tenso, como si lo jalasen desde el otro extremo, forzándolo a estirarse, aunque el hombre que era la raíz del hilo, estaba cómodamente acompañado de una hermosa mujer, su destino no era ella. Sintió pena por ambos, irremediablemente terminarían con el corazón roto si continuaban forzando algo que estaba destinado al fracaso, pensó por un momento en intervenir y facilitarle las cosas, pero no se encontró lo suficientemente interesado. 

Levantó la mirada justo a tiempo para ver a un chico, delgado y desgarbado, vestido completamente de negro, una mochila al hombro, su cabeza de cabellos llamativos y azules cubierta por un gorrito de lana. Lentes negros de pasta sobre su nariz y perforaciones en la oreja.

Parecía nadie especial, pero robó completamente la respiración del castaño y le fue imposible despegar su mirada de él. 

Arrastrando los pies, el chico de cabellos azules se dirigió hasta la pequeña mesa de la esquina, justo a un lado del destartalado piano que tiene. Estiró su delgado y pequeño cuerpo, metiendo las manos en los bolsillos de la chamarra de cuero y dejó caer su cabeza hacia atrás sobre el respaldo de la silla.

Un poco más torpe de lo normal, Jin se acercó con la carta en mano, dispuesto a saludar a su nuevo cliente y seguir correctamente el protocolo.

— Sólo un vaso de agua y el tazón más pequeño de ramen que tenga, por favor.

Su voz  grave, profunda y extrañamente suave, causándole al mayor una sensación cálida en el pecho. 

Mentiría si dijera que habia sentido ya alguna vez esa sensación, demasiado ocupado distrayéndose y jugando con los destinos de los demás, se había olvidado de su propio hilo, que, siendo incapaz de ver, poco le importaba, pues tal vez, su destino era hacer feliz a los demás y morir solo. 

Nada de eso importó porque mientras servía la orden a aquél chico, el ramen al que más esfuerzo le había puesto, cabe destacar, sintió su corazón desbocado, incluso cuando el chico ni lo miró al darle las gracias. 

El tiempo pasó, ocupándose en nuevas órdenes, fue apenas consciente del disimulado sonido que provenía desde una esquina del lugar, cuándo el lugar quedó completamente vacío a excepción de ellos dos. 

Ubicó al chico azul, como había decidido llamarle inmediatamente, había dejado los platos a un lado y estirado uno de sus brazos hacia el piano, tocando con ligereza las teclas más cercanas a él, la cabeza apoyada en la mano libre, el rostro ladeado a la pared del fondo. 

Casi hipnotizado por el sonido, Seokjin se acercó a las mesas contiguas al chico, con el pretexto de limpiarlas y así poder observarlo con detenimiento y disimulo. 

SAGA: EL HILO ROJO | CURE | JINSU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora