CAPITULO 26

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       Narra Julia:

-Mami- dije en forma de quejido- No me hagas esto, Seth... soy tu hija.

-Lo siento, pero tu misma te lo buscaste- el muy desgraciado se atrevió a mofarse de mi- ¿Sabes? En un principio quería matarte y quitarte tus poderes, pero solo quitarte tus poderes y obligarte a casarte con uno de mis demonios es mucho mejor... serias solo un demonio mas, con poderes de demonios y estarías toda la eternidad atada a uno.

-Seth, ten consideración con nuestra hija, no sera feliz- dijo mi madre con la voz quebrada.

-Sera feliz, ella olvidara al maldito pulgoso aquel y estará felizmente casada con uno de los nuestros- dijo haciendo que todas mis alarmas se encendieran- En cuanto a ti, querida mía, tu vas a renacer, aunque nuestra hija te devore, volverás, yo te regresare y lo hare como un demonio, seras solo mía.

-Estas enfermo, Seth, necesitas tratarte muy seriamente- dije mirándolo con odio.

-Llámame padre, querida Afrodita- odiaba que me llamara así, pero es de la única forma que el me ha llamado siempre- Ahora dime, ¿como se llama mi amada demonio?

-No tengo porque decirte su nombre- conteste retándolo.

-Ella tiene que hablarte, tiene que decirte una forma de salir, querida hija, y no creo que se oculte de su Dios- esto no es bueno- Una vez ella salga yo le dare ordenes y las dos contestaran por el mismo nombre... Afrodita.

-¿Por que me diste el nombre de la Diosa del amor?- esto es algo que siempre quise saber.

-Porque ella es tu madre- quería reírme de el en su cara, pero no lo dudaba- Fue castigada por otros dioses, yo estuve incluido, se había enamorado de un humano, yo estaba enamorado de ella... pero su castigo fue ser humana, a mi nadie me podía contradecir, soy el Dios de la oscuridad, después de todo, por lo que la conquiste, me case con ella y te tuvimos a ti... ahora quien ejerce el trabajo de amor es el humano del que se enamoro.

Mire a mi madre y ella estaba igual de sorprendida que yo, aunque, ahora que lo pienso, eso explica muchas cosas, mi madre siempre me hizo sentir paz y amor, donde quiera que ella estaba hacia que todos sonriera, mas o menos igual a la tía Luna, pero con la diferencia que mi madre hacia sentir que un corazón valía mas que el físico.

-Tu lo hiciste- digo aun mirando a mi madre- Hiciste que la condenaran solo para estar con ella, eres un monstruo.

-Se que te duele todo esto, hija mía, pero acéptalo, yo no soy una blanca paloma, soy la oveja negra de la familia- voltee mi cabeza para mirarlo, el tenia razón en algo, era el malo del cuento- Basta de platicas, debes descansar, en unos días comerás agusto, tu almuerzo esta justo a tu lado.

-No hagas esto... padre- me costo decir esa palabra, pero lo hice. El sonrió de una manera un poco orgullosa y malvada.

-Eso no me detendrá, bastarda maldita- dicho esto desapareció haciendo que me derrumbara en mi lugar, esto era lo que el quería y lo había conseguido, mi madre se iría para siempre y todo por mi culpa. Sentí unos brazos alrededor de mis hombros y supe de inmediato que era ella.

-No quiero hacerlo, mama, no quiero hacerte esto- dije entre lagrimas, me dolía esta situación.

-No importa, mi cielo, todo estará bien- sus palabras eran cálidas, pero se que ella también tenia miedo- Yo siempre sere tu madre, alimentarte no seria nada porque así yo siempre estaría contigo.

-Te amo, mami y no te quiero volver a perder- dije abrazándome a ella, me sentía aterrada y vencida, mi padre había logrado lo que quería, ahora si estoy completamente atrapada.

SEMI-DIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora