Prólogo

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Hace diecisiete años

EL OLIMPO

—Tienes que protegerla—La voz del dios sonó imponente, pero su interlocutor ni se percató. Estaba acostumbrado a lidiar con situaciones más desagradables que una mera discusión fraternal.

—No.

—Hades—El dios no levantó la voz, pero aquel tono podía helar la sangre de cualquier mortal. Claro que él no era un mortal.

—¿Por qué una humana cualquiera necesitaría mi protección? La protección de cualquiera de los dioses.

—Esa información es alto secreto—El dios se sentó en su trono, más relajado. Sentía que después de media hora de una larga disputa, su hermano por fin estaba cediendo.

—¿Y por qué debería aceptarlo? No te tengo miedo, yo también soy un dios, hermano. Yo también soy rey—escupió Hades.

—Pero yo soy el rey de todos los dioses, Hades. Tu superior. Podría ordenártelo sin importarme si te gusta la idea o no y ahorrarme toda esta discusión, pero te lo estoy pidiendo. Te lo pido como hermano, como familia—la voz del dios del Olimpo sonó severa.

La mirada iracunda del dios del inframundo se cruzó con los ojos  decididos de su hermano durante unos instantes antes de apartar la vista derrotado.

—No puede ser tan difícil cuidar de un mortal. ¿Cuántos años tiene la niña? ¿Tres?

—Uno. Todavía es un bebé.

Hades gruñó.

—Genial, tengo que ser la niñera de una bola de carne babosa que no sabe distinguir un dedo de una salchicha. 

—Es más que una bola de carne babosa—La ira se volvía a ver en los ojos del dios.

—Oh, perdón. Una bola de carne babosa y mortal. Duh—Hades rodó los ojos.

—Hades.

—Zeus—Hades ignoró el tono amenazador de su hermano.

—Es un ser humano.

—Maravilloso—el dios se inspeccionó las uñas, ignorando por completo la cólera de Zeus.

—Una niña—continuó el dios sin perder la paciencia por el comentario sarcástico de su hermano.

—Aún mejor—Hades continuó inspeccionándose las uñas—¿Crees que tengo las uñas descuidadas? Seguro que es culpa del clima, allí abajo hace un frío de cojones.

Zeus se frotó la frente y respiró hondo.

—Hades.

—¡Las tuyas están perfectas!—el dios del inframundo parecía ofendido—¡Claro, con este clima mediterráneo que tenéis aquí!

—HADES.

El dios señaló a su hermano de forma acusatoria.

—VOSOTROS ESTÁIS AQUÍ TOMÁNDOOS CÓCTELES MIENTRAS YO ME CONGELO MIS HUEVOS DIVINOS.

—¡CÁLLATE DE UNA VEZ!—el grito del dios sonó resonó por todo el Olimpo.

—Tranquilo, hombre, qué carácter—Hades levantó las manos fingiendo inocencia.

Zeus volvió a frotarse la frente. Necesitaba un baño caliente. Con mucha espuma.

—Su nombre es Penélope Dickenson.

Hades comenzó a reírse de forma descontrolada.

—Lo siento, me he quedado en <<pene>>.

El dios del Olimpo echó un vistazo a su hermano, que no paraba de reír. Una leve sonrisa se le escapó.

—Sinceramente, hermano, a veces me pregunto cómo he podido dejarte a cargo del inframundo. Conlleva una gran responsabilidad.

Hades se relajó, pero la sonrisa picarona todavía no había abandonado sus labios.

—¿Una gran responsabilidad? ¿Pero qué es lo peor que podría ocurrirle a los muertos? ¿Morir?

—Te encargarás del trabajo—Zeus había vuelto a ponerse serio.

—Cumpliré la condena—Hades rodó los ojos.

—Velarás por Penélope.

—Procuraré que Pene se coma su puré. De todos modos, ¿hasta cuándo tendré que ser la niñera de la pequeña humana con nombre ridículo? No esperarás que esté cuidando su culo mortal toda la vida, ¿verdad?

—Lo harás hasta que yo lo crea conveniente.

Hades parecía aburrido.

—Que empiece el juego. 

HADES (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora