episodio 3 • nuevo rostro

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Su primer día de trabajo y aún no tenía idea de cuál sería el horario en el que impartiría clases. Su jefa le comentó que por error de su asistente, él no tenía su horario pero que en cuanto llegara a Invictus lo recibiría.

  - ¿Acaso será esto una prueba inicial? -se preguntó a si mismo estando frente al espejo, observando que su uniforme estuviese impecable y sin arrugas-. Al menos me dió los temas de cada materia y la rúbrica para calificar cada cosa, de lo contrario estaría perdido -se dijo.

Aún así no estaba contento, se la pasó el fin de semana preparando material para las materias, además de preparar ejercicios y ejemplos para que sus alumnos entendieran. Su cerebro había sido exprimido al ciento por ciento al memorizar todo.

Se prometió que este trabajo sería temporal hasta que concluyera la carrera universitaria y posteriormente con lo que ahorrara del jugoso sueldo en Invictus, podría vivir humildemente mientras conseguía un empleo de acuerdo a su verdadera profesión.

Tomó las llaves de su coche sobre la mesita de noche y fue a prepararse un smothie para obtener energías durante la mañana.

No le llevó más de cinco minutos prepararlo, sirvió el contenido en un vaso con tapa reforzada para evitar accidentes, lavó el vaso de la licuadora. Su bebida estaba lista, dió un último vistazo a su pequeño y modesto departamento asegurándose que todo estuviese bien y fue a por su maletín para ir a su primer día de trabajo.

••••••


Durante el trayecto recibió un mensaje y no fue hasta un semáforo en rojo que pudo revisarlo. Era su nueva jefa, Tiffany Hwang.

Sonrió de solo recordar a la joven, a quién le calculaba unos cuatro años más joven que él y para su sorpresa, era la encargada de dirigir un colegio importante. Invictus.

"Señor Lee. Su horario está listo, lo espero en mi oficina."

Muy profesional a pesar de su corta edad. Aunque sospechaba que aquella chica llevaba una vida muy limitada al pertenecer a la alta sociedad y sobre todo, al ser la única hija del fundador de un colegio tan importante.

Continuó conduciendo unos veinte minutos más hasta llegar al estacionamiento de Invictus. Apenas apagó el coche después de aparcar en el área asignada para él y ya sentía los nervios consumir todo su cuerpo.

Respiró profundamente.

Se dijo que no era la primera vez que impartía clases.

Anteriormente ayudaba a sus compañeros de la universidad con clases extras en materias que no entendían, claro que no era igual debido a que ya los conocía, en cambio en esta ocasión.... serían grupos de 30 alumnos aproximadamente.

Agregando que se encontraban en la edad en la que no les interesaba el estudio y otros hasta desafiaban a los profesores llegando a ser muy mal educados.

No, no dejaría que nadie intentara retarlo. Mucho menos dejarlo en vergüenza. Y para evitarlo tenía que ser lo más estricto posible, era mejor que lo odiaran que a ser el maestro buena onda del que todos los alumnos quieren aprovecharse de su buena bondad.

Sin más tiempo que perder salió de su vehículo. Tenía que despejar su mente e ir a ver a su jefa lo más pronto posible.

• • •

Al llegar al área administrativa, se encontró con la asistente de su jefa, quien no tardó en saludarlo y disculparse por aquel descuido el cual le provocó una gran cantidad de trabajo el fin de semana.

Las ganas de recriminarla eran tan grandes pero al verla con un pañuelo en la mano y su mirada apagada, le indicó que tal vez había tenido suficiente con el regaño que su jefa debió darle al llegar a la oficina.

Dejó el tema por la paz y sonrió asegurándole que todo estaba bien.

  - La señorita Hwang lo espera en su oficina, ya sabe que está aquí.

  - ¿En serio? -preguntó sorprendido. Había escuchado sobre la seguridad de Invictus pero no creía que llegaran al extremo de identificar cuando una persona llega. ¿O si?

  -Los alumnos, en especial las adolescentes vieron un nuevo rostro -explicó la amable secretaria-, y por el uniforme no tardaron en darse cuenta que es uno de los profesores nuevos. Está causando gran alboroto entre las chicas de Invictus.

  - ¿Debería preocuparme? -la secretaria sonrió.

  -Solo ignorelas, con el tiempo se les pasará. Aunque debo decir que para el alboroto que ha ocasionado en el trayecto del estacionamiento a la oficina, mi jefa no tardará en recordarle una vez más una cláusula del reglamento en Invictus. Ya sabe, para advertirlo.

  -No quiero tener problemas en mi nuevo empleo -dijo con el ceño fruncido-, mucho menos involucrarme de más con los alumnos.

INVICTUS • LIBRO #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora