Una tarde de enero, de esas que cae el sol como un cuchillo, me llamaron para proponerme que haga un segmento periodístico en radio. Yo venía trabajando desde hacía varios años en un par de radios comunitarias, donde hablaba de cualquier cosa que viniera al caso. Me las ingeniaba para llenar veinte minutos analizando el despliegue táctico del Betis de Quique Settien, para contextualizar la obra de Martin Scorsese o disgregar sobre el tema político o económico que la coyuntura imponía, entre otros menesteres. Era un todo terreno y eso me valió cierto prestigio en el ámbito de la radiofonía platense. Los productores estaban muy contentos con la idea de llamar a una sola persona que, por un dinero fijo, les cubría el lugar de dos, tres o cuatro. Así, propuestas nunca me faltaban, aunque dar el salto a un estanque más amplio resultaba una dificultad. Así, tenía trabajo, pero poco dinero y completaba mi sueldo trabajando seis horas en el archivo del Ministerio de Desarrollo Social. Por eso, cuando me contactaron de una emisora de Capital Federal, mis oídos se despertaron y traté de evaluar con serenidad una propuesta que, a primera mirada, parecía irresistible. El primer motivo era empezar a codearme con radios más grandes, es decir, un primer paso para vivir de hablar. Al fin y al cabo, hablar era mi mayor pasión, por no decir la única. No sabía hacer otra cosa y que me paguen por hacerlo parecía un sueño que, tal vez, se convertiría en realidad. Lo siguiente que me llevó a considerar la oferta, o mejor dicho, a aceptarla sin importar otras cuestiones, fue que el conductor del programa era Fabián Gianola. Juro que con sólo sentir su nombre, los dedos y las piernas me temblaron. Era un famoso de la televisión, un hombre reconocido, con muchas, muchisimas participaciones en cine y teatro. Claro, lo que yo aún no sabía era que, detrás de ese hombre amable y suave como la piel de una fruta fresca, se escondía un secreto monstruoso.
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Aprenderás a llorar
AdventureEra en aquellos años un locutor de una radio local y tuve la oportunidad de saltar a una radio de Capital. Iba a ser el patiño de Fabián Gianola, una estrella de la Tv y el cine. Pero, ni bien pisé el estudio de la radio, las cosas tomaron cariz ext...