ABSTINENCIA

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<<¡Ya no más café!>>

Él se repetía para sí, pensaba que podía dejarlo, pero cada vez era más difícil negar la cafeína. Su sueño pedía a gritos:

<<¡No más capuchinos, ni cafés sobrecargados, van a matarte!>>

Angustiado por esa aromática bebida llegó al límite de despreciar al té negro.

Por la ventana la nieve invitaba a beber un coffee o un mate cebado, o a mirar con melancolía los restos de la borraja familiar y a correr para silenciar el silbido de la tetera que emanaba ese vapor donde podrías lavarte la cara sin usar las manos, y sin reparo puso la pava sobre la mesada de mármol y largó:

<<¿Any, querés leche o un café irlandés para variar?...>>

Y, cuando tuvo las tazas enfrente de su estómago él trató de sonreír falsamente:

<<¿Any, Azúcar o edulcorante...?>>

El tiempo por unos segundos se perdió dentro de la porcelana blanca en aquellos anillos que crecieron de tamaño como adentrándose dentro de un estanque, y prendió el canal de noticias para Any, quien había pedido su clásico café con tostadas con manteca y mermelada. Después de dar el desayuno se sentó en la silla hamaca de la abuela e hizo el primer sorbo a su taza humeante y tomó el teléfono para leer nuevamente el SMS que había recibido minutos antes:

"Jacinto, venite volando para el sanatorio, falleció la Má. Ahora vas a vestirla tu, yo vestí a la abuela Raquel y esta vez no puedo hacerlo, y de paso traela a Any, no le digas nada, ya veremos como le decimos y de paso, encargate del café para el velorio, tu sabes dónde comprar más barat..." Y, se le enfrió el alma...

Y se le enfrió el café con leche, también...

¿Cómo reaccionará Any, teniendo discapacidad?...

VÍCTIMAS DE LA HERENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora