Estaban en un parque, acostados en el verde césped, el sol brillaba y se podía escuchar como los pájaros cantaban. Miro el cielo y con unas esponjosas nubes blancas. Sintió una suave mano sobre la suya y sonrió. Miro a su lado y sintió como cada vez que la miraba, era como si se enamorada de nuevo. La brisa le movía ligeritamente el cabello largo y castaño; sus ojos tenían un pequeño brillo que la hacía ver más hermosa; tenía una pequeña sonrisa que transmitía Paz y serenidad; estaba con un vestido impecablemente blanco; la luz de sol llegaba directamente en ella y le daba un aspecto angelical. Ella me miro y sonrío dulcemente, levanto su mano libre y limpio las lagrimas que corrían por la mejilla de Él, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando, pero el sonreía, porque ella estaba ahí, con él, y era lo único que le importaba. Quería decirle algo, pero las palabras no salían de su boca. Los dos estaban en silencio mirándose a los ojos, estando cómodos el uno con el otro. Ella hablo:
-Tengo que irme- Dijo, y se levanto lentamente, sin soltar su mano.
-No, por favor, no te vayas- Pidió él, agarrando su mano fuertemente.
-Debo irme, lo sabes…
-Por favor…- La tomo de las mejillas y junto sus frentes- no me dejes…
-Te amo- Susurro Ella, casi desvaneciéndose.
-Por favor, No, Te amo, Te amo…- sollozo el
-Adiós amor- Susurro casi inaudible.
Y entonces despertó, miro a su lado, no había nadie, la habitación estaba oscura, apenas iluminada por la luz de la luna que se filtraba por la ventana y se sentía más solo que nunca. Se aconstó de lado y acaricio el espacio vacío a su lado y pensó en su sueño, ¿Qué pensó?, ¿Qué era real?, Ella se había ido, Ella…estaba muerta.
