Capítulo 9.

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No estoy teniendo un buen turno en el trabajo

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No estoy teniendo un buen turno en el trabajo. Sólo quiero que termine.

Ni siquiera con los clientes regulares puedo ser la misma de siempre, hoy no estoy para ser simpática. Sólo atiendo sin ánimos, algo que no viene siendo propio de mí.

¿Por qué estoy malgastando mis energías en pensamientos negativos? Fui sincera con Max, hice lo que tenía que hacer, finalmente. No estuve mal en ningún momento, así que, ¿por qué me encuentro de esta manera?

No debo alimentarme de sus malas vibras, ni mucho menos de sus insultos. Puedo obviarlos, debo hacerlo. Todo sea por mi bien.

Así que respiro profundo, bloqueo las negatividades que me visitan hoy, e intento sonreír. No tengo un espejo frente a mí como para saber si es una sonrisa natural, o no, pero no me costó tanto hacerlo.

Cuando mi cuerpo y mente se relajan, Ethan entra a la cocina, silbando una melodía que desconozco, pero que a él parece gustarle mucho.

Mi corazón reacciona a su presencia, late con fuerza, con mucha intensidad. Cuando sus ojos se ponen en mí, me sonríe, y le respondo de forma natural. Definitivamente ésta sonrisa no me costó en lo absoluto.

Sin decirme nada, pasa por mi lado y se apoya en la pared, en el punto negro de la cámara. Lo noto acalorado, y hasta cansado, pero cuando sus ojos vuelven a mí, nuevamente me sonríe. Su sonrisa no es forzada, y de hecho, la encuentro muy bonita.

Quiero decirle algo, aunque no sé bien qué. Pero, al momento de hacerlo, llama un cliente, por lo que voy a su encuentro, con una mejor energía.

Y así, con esa misma energía, atendí a los clientes que le seguían. Al no estar pensando en nada, mi forma de atender es diferente. Ahora sí que me muestro amable y simpática.

Cuando se va el último cliente, me encuentro con que Ethan está apoyado en el umbral de la entrada a la cocina.

—¿Sucede algo? —le pregunto.

No me responde, pero en lugar de palabras, me regala una sonrisa, para luego salir del mini mercado.

¿Qué fue eso?

—Vaya, vaya —dice Kyle y se apoya en el mostrador, con su total atención en mí. Lo miro y mueve sus cejas, provocándome una risa.

—No sé que estás pensando.

—Que sé lo que está pasando.

Frunzo el ceño.

—¿Eh?

Se ríe, sus ojos viajan hasta afuera, hacia donde está Ethan cargando combustible, y luego vuelve a mí para volver a hacer un movimiento de cejas.

—¡Estás loco! —digo, y cuando siento que mi rostro arde, le doy la espalda, dispuesta a ignorarlo, a hacer lo que sea necesario.

Kyle se parte de la risa, y dice algo a lo cual no le presto atención. Chelsea se suma a lo que está diciendo, mientras que yo continúo acomodando las bebidas con la etiqueta hacia adelante.

Bueno, al menos el frío de la nevera calma el calor que hay en mi rostro.




Cuando el turno finaliza, me siento agotada. Hoy sí que fue un día movido, y que bueno que pude mantenerme positiva pese a todo, sino hubiera sido un día eterno y ahora estaría peor.

Al llegar a la parada del bus, veo que Ethan se sube al suyo, y al estar el semáforo en rojo, puedo ver también como se ubica una vez que abona su viaje.

Menos mal que se encuentra sentado lejos de mi mirada, sin darse cuenta de que lo estoy... ¿asechando? ¡Dios mío!

El semáforo se pone en verde, y el autobús emprende su camino. Y mientras espero por el mío, me pregunto qué sigue ahora.

Asumí que me gusta Ethan, terminé mi relación con Max. Y entonces, ¿qué sigue? ¿qué debo hacer? ¿le tengo que decir a Ethan que me gusta?

Sí... eso no va a suceder. No soy de enfrentar a los chicos que me gustan, más bien soy de manterme en secreto.

Bueno, en no tan secreto. Suelo ser bastante obvia con mis sentimientos, pero de ahí, a decirle en la cara que me gusta hay un largo trecho, por más que no lo parezca.

Mi móvil empieza a vibrar en el bolsillo de mi jean, y al desbloquear la pantalla, me encuentro con un mensaje de Max. Uno al cual abro y borro al mismo instante en que lo leo.

Si me va a insultar, no lo voy a leer. Pensado eso, apago el móvil, y cuando la música de la compañía invade mis oídos, veo venir al bus. Menos mal.

Llego a casa, y aún no prendo el móvil. De hecho, no planeo hacerlo. Necesito estar conmigo, conectar con mi faceta de escritora, o de intento, ¿quién sabe?

Así que me preparo un té, me acomodo en el escritorio, coloco música que me inspire, y cuando Noah se sienta a mi lado, mis dedos hacen su trabajo sobre el teclado.

Considero a la escritura como mi terapia, tanto como mi pasión. Escribir me hace bien, soy feliz cuando veo que el texto avanza, y que lo que leo me gusta.

Al escribir, dejo todo de mí, todo lo que soy, todo lo que quiero ser, todo lo que sueño, todo lo que imagino, y muchas veces, todo lo que siento.

Puedo pasar minutos, u horas, no importa el tiempo, debido a que la calidad de eso vale mucho más.

La melodía que Yiruma me regala, se adentra en mi cuerpo, incluso llegar a tocar mi corazón, lo acaricia.

Es la música la que me eleva del suelo, y es lo que escribo aquello que me hace volar lejos de la realidad, de mi realidad.

Cuando escribo, soy verdaderamente yo. Sin disfraz, sin un ex novio reciente que me insulta, sin un chico que últimamente me enloquece, sin ninguna de mis inseguridades.

Las letras me salvaron una vez, y lo siguen haciendo. Espero nunca perder esta pasión.

Si la pierdo... creo que perderé una parte muy importante de mi ser.

 creo que perderé una parte muy importante de mi ser

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¡Volví! 

Estoy tan contenta por ello. Espero que no hayan perdido tan feo el hilo de la historia, y que tampoco hayan perdido las ganas de leerme. 

Me disculpo por la demora, pero no estaba bien. Aún así, agradezco enormemente su paciencia y la espera.

Ahora que Emma terminó con Max, se vienen muchas cosas lindas. YA QUIERO QUE SEPAN TODO.


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