Capítulo 1

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- No quiero decir que te lo dije pero... te lo dije.

- Estás exagerando, todo esto fue un accidente.

- ¿El tipo que se te acercó gritándote fue un accidente?

- Yaa Mateo.

- Valentina.

- En serio.

- Es en serio.

La joven puso los ojos en blanco y dio un respingo cuando el paramédico que la atendía colocó un poco de antiséptico en la herida pequeña que tenía en el brazo, producto de los empujones y caída que había sufrido por un forcejeo con un grupo de personas, reporteros, y vigilantes de la conferencia en donde se encontraba. A sus veintiséis años, siendo hija de un diplomático y completamente involucrada en tareas de activismo social, era lo suficientemente conocida para que cualquier lugar que visitara terminara atrayendo a personas que no siempre eran muy amigables, y a veces (como esa vez) las cosas se salían un poco de control. Ella había rechazado varias veces la propuesta de Mateo (su cuñado) para contratar personal de seguridad privada porque le parecía innecesario. Le gustaba estar cerca de la gente, saludarlos, darles la mano, y sentía que ese tipo de barreras sólo conseguiría tensar la relación con las personas. Nunca se sentía insegura con ellos, ¿por qué habría de hacerlo si solo le demostraban su buena voluntad y disposición para apoyar sus causas? Sí, era cierto que se movían muchos intereses en esos temas, y constantemente aparecía gente defendiendo lo suyo, aunque "lo suyo" no siempre tomara en cuenta a los demás, pero ella estaba dispuesta a lidiar con eso.

- Sabes, tengo algunas propuestas para tus guardias de seguridad.

La mirada que Valentina le dirigió no debió ser amigable, pero Mateo la sostuvo y alzó las cejas ligeramente.

- Matthew, no quiero ir acompañada a todos lados con un par de gorilas que no dejen acercarse a nadie a menos de diez metros de distancia.

- ¿Entiendes la importancia de tu seguridad? Además, no sólo estamos hablando de ti, sino del resto de las personas que te rodean. ¿Qué me dices de esos correos con amenazas que has estado recibiendo?

El paramédico terminó con su labor, y después de decirle que había concluido y de que Valentina le diera las gracias, se retiró discretamente.

- Te digo que son sólo correos, pero... a ver, dime tus propuestas. Aunque eso no significa que voy a aceptar.

- Hay una empresa de seguridad privada muy profesional que, según las referencias que tengo, es cien por ciento confiable. Las personas que trabajan ahí no son improvisadas, han estudiado durante años técnicas de defensa personal, saben manejar perfectamente un arma, son tan discretos como lo puede ser un escolta personal y sus filtros de contratación son bastante estrictos, o sea que no te va a tocar un psicópata.

- ¡Eso espero! Mira, de acuerdo, contáctalos, pero te prometo que si tienen un comportamiento inadecuado, por más mínimo que sea, dejan de trabajar para mí.

- A mí me preocupa lo que consideres "comportamiento inadecuado".

- Que sean groseros, prepotentes, que maltraten a la gente sin motivos y que sean mal encarados.

- ¿Mal encarados? Bueno... no es requisito ser carismático para ser guardaespaldas. De hecho, tienen que intimidar un poco.

- Pues no sé, pero si tiene cara de amargado no me va a caer bien.

- No van a ser tus amigos, Valentina.

- Ya sé... pero bueno, tú me entiendes.

Valentina se encogió de hombros, y Mateo negó con la cabeza mientras sonreía levemente.

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