—¡Volvieron! —alargué mientras bajaba corriendo las escaleras— ¿Por qué no llamaron o avisaron? —pregunté mientras abrazaba a cada uno de los integrantes de mi familia.
—Decidimos darte la sorpresa —dijo mi padre.
—¿Estabas llorando? —preguntó preocupadamente mi madre.
—Eh...es que ya los extrañaba, me ganó la emoción —mentí.
—¡Ay hija! —agregó enternecida volviéndome a abrazar.
—¡ross! —saludó mi padre a ross quien venía bajando las escaleras— ¿No te ocasionó problemas?
—No, ninguno en absoluto —mintió, claro que le había causado muchos problemas.
—¿Seguro? —preguntó incrédula mi madre— Esperemos que así siga, sin causar problemas.
—Bueno, iré a tomar mis cosas... —dijo ross con una forzada sonrisa.
—¿Por qué no nos acompañas a comer? —le dijo mi padre en tono de invitación.
—¡No! —lo interrumpí rápidamente, ocasionando que mis padres voltearan a verme sin comprender mi reacción— Su novia lo está esperando, creo que será mejor que se vaya —claramente no hablaba de mí— No quieres hacerla esperar ¿cierto?
—S...Sí será mejor que me vaya... —pasó su mano por su cabello despeinándolo con cierto nerviosismo, dio la media vuelta y volvió a subir las escaleras.
Me destrozaba, me aniquilaba, me rompía aún más el corazón que se fuera. Deseaba tanto tomar todo mi orgullo y enterrarlo bajo tierra, y así poderme lanzar a sus brazos sin importarme lo que había hecho. Pero me era completamente imposible intentar hacer eso.
—¡Ya me extrañabas! —me dirige a Ana mientras la tomaba entre mis brazos— ¡Por eso regresaste! —ella solo gritaba y se reía a carcajadas.
—¡Claro que no! —decía entre carcajadas— ¿Sabes qué me dijo mami? —dijo mientras la bajaba.
—¿Qué? ¿qué te dijo? —le pregunté mientras caminaba con ella a la sala.
—¡Me va a comprar un perrito! —dijo emocionada.
—¿Un perrito? —le pregunté fingiendo mucha emoción ya que así ella se emocionaba aún más.
—¡Sí! —sonreía de oreja a oreja— ¡Y le voy a poner Pelusa! —solté una carcajada— ¡Hey! ¿Por qué te ríes? —frunció su rubio ceño.
—Pues porque yo creo que 'Pelusa' es nombre como de gato ¿no crees? —le dije aunque qué nombre se podía esperar de una pequeña niña de seis años.
—¡A mí me gusta Pelusa!
—Está bien, Pelusa es un nombre lindo —le dije riendo, si otras fueran las circunstancias, seguramente la habría hecho enojar. Pero no tenía ánimos ni siquiera de molestarla.
—¿lau, puedes ayudarme con las maletas de Ana? —me llamó mi madre, solo le respondí que sí.
Fui a la entrada para tomar las rosadas maletas y subirlas a su habitación; las tomé mientras que Ana no paraba de hablar sobre la que sería su nueva mascota.
Caminé hacia las escaleras con las maletas y me topé con ross quien ya traía la suya, su mirada se encontró con la mía.
—laura, por favor... —olímpicamente lo ignoré y seguí subiendo las escaleras.
El dolor en mi pecho era incontenible, respirando profundamente dejé las maletas en la habitación de Ana.
Pasé toda la tarde con mis padres y Ana, me platicaron de cómo la habían pasado allá, y que ahora podrían manejar la empresa desde acá, sin necesidad de abandonarme o cambiarme de colegio.
Cerca de las diez de la noche, cada quien fue a su respectiva habitación. Me cambié y me senté en la cama, me sentía sola. Por tres meses no nos habíamos separado, más que por el tiempo que estaba en el colegio. Pero fuera de ahí siempre estábamos juntos. Subí mi mano a mi pecho y tomé el pequeño dije con la letra 'R', no pude evitarlo y una lágrima volvió a caer.
Era increíble cómo seguían saliendo. Por un momento pensé en quitarme la cadena, mas no lo hice. Acomodé las sábanas para meterme debajo de éstas. Me estiré para apagar la lámpara que estaba en la pequeña mesa de noche, y no pude evitar mirar las fotos que hace poco nos habíamos tomado en el parque de diversiones. Todo parecía ponerse intencionalmente para recordarme a él. Tomé la tira de fotografías, y en automático las acaricié.
La regresé a la mesa de noche solo que esta vez debajo de un libro y así evitar volver a verla.
Tomé una almohada para envolverla con mis brazos, me hacía tanta falta. Me había acostumbrado tanto a él. Sus grandes brazos envolviéndome haciéndome sentir segura, su respiración chocando con mi cabello y su delicioso aroma inundando mis pulmones. Lo amaba más de lo que creía.
Pero todo había terminado. Tal vez para él ni siquiera había comenzado. Tal vez había sido una forma para entretenerse por el tiempo que estaría aquí. Sin darme cuenta había dejado la almohada llena de lágrimas, limpié mi rostro y giré la almohada. Cerré mis ojos y de un momento a otro caí en un profundo sueño...