Historias, poemas y relatos cortos I

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Lo siguiente es solo el sueño de un comienzo, algún día varias novelas, pero hoy, solo dos "capítulos".

El ritmo de la muerte.

I

La niña perdida, caminaba por el bosque desconocido.

La mujer confiaba ciegamente, en la voz lejana.

Un hombre salta al vacío, sin saber si volverá.

Y un niño se pregunta qué será de su madre.

La vida es un conjunto de historias, que juntas, forman un ritmo, una melodía mortal.

Somos pocos los que miramos a la Luna durante el día.

Era muy inocente para su tiempo, época de genocidio y frío. Su madre le había dicho no alejarse mucho del viejo roble, que era peligroso adentrarse en el bosque. Ella odiaba ese lugar, su padre la dejó por una pelea ajena y su madre la trajo con la abuela. Llena de arrugas, vivía en una cabaña alejada del mundo, si bien dulce, siempre le daba por golpearle y rezongarle por cualquier cosa. Su madre se mostraba cada día más distante y cayó en cuenta que era por la ausencia de padre. Un día, sentadas a comer la cena, ya el sol había abandonado, también su calor y solo quedaba la resaca, que iba siendo aplastada por el frío de la montaña. Cometió el error de preguntar por su padre, del cual hace más de veinte días no llegaba noticia. Su madre, en un momento de impotencia y miedo al futuro, volcó la mesa con la furia guardad con el tiempo, aquel día no hubo cena, tampoco desayuno al día siguiente. Fue su abuela, que de alguna forma le tomó cariño, que rompió el ayuno convidándole una tira de carne seca. Tienes que cuidarte, Gabriela, que el mundo no es el mismo del que recuerdas.

Ahora, mientras dejaba atrás todos esos malos recuerdos, caminaba decidida hacia las profundidades del bosque. Con una última mirada de compasión, se internó en el refugio de los caídos. El sol empezaba a alumbrar el camino de la pequeña, mas no era lo suficiente para derretir la nieve bajo sus pies. Fría y sin piedad era la montaña a la que dirigía, con solo su voluntad, la niña continuaba su camino, sin idea del porqué de su odisea, solo mirando hacia el frente. Los algarrobos empezaban a despertar y trajeron recuerdos previos a la guerra. Una casa llena de música y vida, unos padres amorosos y una niña llena de ilusiones. El sol calentaba las mañanas, y vivía sin pensar en el futuro, en un mundo sin el exterior. Su pelo era rubio y rizado como el de su madre, con los ojos marrones profundos de su padre. Lo que fue de esa niña ahora vagaba por el bosque, con el pelo oscurecido y reseco. Vestida con ropas viejas y desteñidas, si hubiera podido verse, habría tenido pena por la pequeña niña pobre, sin percatarse de que era ella misma.

Sus manos, que mostraban indicios de callos en formación, causadas por llevar la madera a la chimenea casi todo el día, su rostro sucio y sin sentimientos, por la falta de cariño y dedicación. Ventarrones helados, azotaban la cima de la montaña, y la nieve parecía más débil a cada momento, sin embargo era tan lejos, que la niña no lo podía ver. Las copas de los árboles estaban cubiertas por la nevada de hace tres días, aún así se mostraba reciente. El viejo roble ya no estaba a solo unos pasos, de aquel tronco que vio tantas cosas, solo se podía apreciar su tamaño descomunal por el ancho de su tronco y la altura que llegó a alcanzar. Ya con el camino iluminado casi en su totalidad, miró por sobre su cabeza cómo una partícula negra caía encima de ella, la tomó en su mano y al olerla, notó su cualidad de ceniza. El bosque ardía.

No era luz de sol, sino el fuego intenso de la batalla entre la naturaleza y la energía implacable del fuego. Pero este era verde y no parecía consumir a los árboles. Presa del pánico ante lo inverosímil, empezó a correr en dirección a los caídos. El sol murió, y la noche cayó.

II

Acércate amor mío, un poco más, ya casi llegas. Frío es el piso, parece como si fuera nieve, pero todo es tan oscuro, que no puedo ver nada. Sigue así, estamos cerca. Siento como si fuera pequeña y débil, dejada a mi suerte por manos desconocidas. No falta nada, un paso más. No, no seguiré avanzando, no eres real, yo no soy real. Sé que solo es un sueño, un poco extraño, pero sueño al fin. Tan cerca mi musa, pero aún así, te alejas más y más. Cállate!, eres un recuerdo, eco de la consciencia de lo que alguna vez fuiste, modificada por mi memoria y mente. Te amo musa, estabas muy cerca, aunque tal vez podías haber caído. Una luz se lleva la oscuridad y el frío, el fresco viento mueve mi cabello. Una mano acaricia mi mejilla, nos veremos Ana.

La tormenta estaba en su apogeo, pero no fue un rayo el que despertó a Ana, sino el recuerdo del amor perdido. Aferrándose a su almohada, Ana recordó el juramente de aquel día de luto, hace 3 años, frente a la piedra. Aún así sentía las lágrimas salir por primera vez desde aquella vez. No había escuchado su voz en tanto tiempo, sin embargo, sabía quién era, sin dudarlo. Es Lunes, son las tres de la mañana y hoy no tiene que trabajar, indecisa de como sobrellevar el asunto, intenta volver al sueño.

Caminando hacia este futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora