La segunda vez que la vi estaba en el mismo café, vestía el mismo gran suéter y su cabello no tenia mejor apariencia.
Recién salía de un examen en el que seguramente me había ido fatal, y verla ahí sentada con un café entre sus manos, cerca de su boca y con los tres sobre de azúcar sellados. No le ha echado ni un gramo de azúcar ¿o traerá el de ella?. Pensé mientras entraba al fin– Un moca como el de siempre. – pedí a Susan, la encargada del café, asintió con la cabeza y después de un rato volvió con el pedido
– ¿sabes que puedes ir y te lo llevo a la mesa? – preguntó dándome el moca para luego sonreír y volverse hacia otro cliente.
Lo sabia pero me gustaba estar cerca de ella, era el único momento que podíamos vernos así que me gustaba aprovechar.Me acerque a la mesa de la chica del suéter, retire una silla y luego que ella al fin me mirase le pregunte
– ¿te acompañó?– no respondió en seguida, como la vez anterior me miro con sospecha, y cuando estaba por irse hice lo que no pude la primera vez y dije. – Quédate. – y se quedo.
¿Alguna vez han sentido como si hicieran "clic" con alguien tan rápido que pareciera sacado de película? No, pues que pena, y siendo sincera yo tampoco, no hasta que la conocí.
Jamas creí en el amor a primera vista, y sigo sin creer, por que no la ame cuando la vi, la ame después, cuando me di cuenta que tal vez desajustar un poco mis ahorros y mi tiempo por ir a verle valía más que cualquier otra cosa, la ame cuando me dejo ver, y cuando me dejo y ahora, y ahora.Su música preferida era el jazz, aquella tarde me prometí escuchar algo de esa musica, su color favorito era el azul. Y le gustaba el café amargo por que no merecía nada dulce en su vida...