II

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La segunda vez que la vi estaba en el mismo café, vestía el mismo gran suéter y su cabello no tenia mejor apariencia.
Recién salía de un examen en el que seguramente me había ido fatal, y verla ahí sentada con un café entre sus manos, cerca de su boca y con los tres sobre de azúcar sellados. No le ha echado ni un gramo de azúcar ¿o traerá el de ella?. Pensé mientras entraba al fin

– Un moca como el de siempre. – pedí a Susan, la encargada del café, asintió con la cabeza y después de un rato volvió con el pedido

– ¿sabes que puedes ir y te lo llevo a la mesa? – preguntó dándome el moca para luego sonreír y volverse hacia otro cliente.
Lo sabia pero me gustaba estar cerca de ella, era el único momento que podíamos vernos así que me gustaba aprovechar.

Me acerque a la mesa de la chica del suéter, retire una silla y luego que ella al fin me mirase le pregunte

– ¿te acompañó?–  no respondió en seguida, como la vez anterior me miro con sospecha, y cuando estaba por irse hice lo que no pude la primera vez y dije. – Quédate. – y se quedo.

¿Alguna vez han sentido como si hicieran "clic" con alguien tan rápido que pareciera sacado de película? No, pues que pena, y siendo sincera yo tampoco, no hasta que la conocí.
Jamas creí en el amor a primera vista, y sigo sin creer, por que no la ame cuando la vi, la ame después, cuando me di cuenta que tal vez desajustar un poco mis ahorros y mi tiempo por ir a verle valía más que cualquier otra cosa, la ame cuando me dejo ver, y cuando me dejo y ahora, y ahora.

Su música preferida era el jazz, aquella tarde me prometí escuchar algo de esa musica, su color favorito era el azul. Y le gustaba el café amargo por que no merecía nada dulce en su vida...

La chica del sueterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora