Capítulo 1.

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Las vacaciones llegaban a su fin y solo era cuestión de días para volver a la escuela y que mi vida se volvería monótona, de nuevo. El verano había pasado en un santiamén y ya la brisa empezaba a tornarse fría dándole paso al otoño.

Saliendo de mis pensamientos decidí levantarme y darme una ducha, la fría brisa se colaba por mi ventana la cual abría por las noches para disfrutar del viento nocturno y tibio que brindaba el verano. Entré al cuarto de baño y por un largo rato me quedé mirándome en el espejo, unos ojos casi negros acompañados de unas leves ojeras y unas pestañas negras y largas, piel pálida y con lunares por todos lados, yo era algo como una copia de mi padre. La ducha corría mientras soltaba mi pelo, era todo un desastre a pesar de ser corto, justo como lo había llevado toda mi vida.

Un largo rato después salí del baño envuelta en una toalla, casi corriendo ya que se me había olvidado por completo que tenía que verme con mi mejor amiga, Alex. Teníamos planeado pasar todo el día en la playa para aprovechar los últimos días calientes que nos quedaban y también los últimos días de vacaciones.

Alex era una de las personas más dulces que jamás había conocido, era todo en uno. Su largo pelo castaño y cara tierna emanaba un aire de chica buena que era lo que transmitía tanta confianza, siempre se preocupaba por mi y yo por ella, juntas éramos una sola.

Decidí ponerme un vestido de playa color rojo que había comprado hace mucho tiempo atrás y la verdad aún me quedaba bien. Mi barriga empezaba a rugir de hambre porque habían pasado horas desde que me levanté.

Decidida a ir a prepararme algo de comer escuché una suave voz cantando y mientras me asomaba pude ver que se trataba de mi tía quien llevaba más de 3 años viviendo conmigo y con mamá.

Mamá le abrió las puertas de nuestra casa cuando su esposo le quitó todas sus pertenencias y la dejó sin nada porque incluso había vendido la casa que mi abuelo les dejó a mi mamá y a ella, no tenía a nadie que la ayudara más que mi mamá, no tenía hijos y dudaba que los tuviera ya, era ya mayor.

—Buenos días Aurorita— Dijo sonriendo dándole paso a unas leves arrugas a su rostro. 
—Buen día tía—. Le respondí con una cálida sonrisa
—Te ves muy hermosa, saldrás con alguien?
—Solo iré a pasar el día en la playa con Alex, mi amiga, la recuerdas?—.
—Si la recuerdo, no es la hija de Susan?—
—Exacto tía, ya debo irme porque quiero aprovechar el clima— Le dije apurada lanzándole un beso.
—No querrás desayunar?— Dijo casi gritando ya que había salido disparaba y ya casi llegaba a la puerta principal.

Decidí que iba a comprar algo luego que estuviera con Alex, decidiríamos juntas que íbamos a comer.


Después de 30 minutos estaba aparcada frente a la casa de Alex esperándola, lista para marcharnos y disfrutar del resto del día. Por el rabillo del ojo alcancé a ver un movimiento y volteé a ver de qué se trataba, pero solo era el hermano mayor de Alex quien estaba muy ocupado y concentrado arreglándole algo a su motocicleta, él era atractivo y lo sabía, pero nunca me trató más que como la mejor amiga de su hermanita y hace tiempo me convencí a mi misma que él nunca se fijaría en mi y es porque tiene opciones muchísimas veces mejores que yo o las chicas de mi instituto.

—De verdad se averió tu moto o solo quieres presumir todo lo que tienes?—Dije alto para que me escuchara bien ya que había cierta distancia entre mi auto y su motocicleta.
—Si, tal vez si quiero una fila de mujeres delante de mi casa— Dijo con una sonrisa coqueta en su rostro.

Una sonrisa curvada apareció en mi rostro al verlo hablar con personas imaginarias las cuales debían ser mujeres. Vi a Alex abriendo la puerta de su casa y echarle una miradita a su hermano quien aún estaba haciendo señas y fingiendo firmar autógrafos, Alex lo miro con una cara de asombro y susto.

—¿Y a este que le está pasando?— Dijo con cara de confusión.
—¿Acaso no lo ves? Está hablando con todas las chicas que andan babeando detrás de él— Dije riendo ya que la escena si era muy graciosa.

Su hermano se percató de su presencia y paró de repente y continuó arreglando su motocicleta justo cómo lo estaba haciendo antes.

—Eres muy bonita Alex, te queda muy bien el azul— Le dije al ver lo hermosa que estaba.

—Tu eres más bonita aún Aurora, solo mírate— Dijo sonriendo.

Nuestra amistad era lo más sano que podía existir y éramos nuestras admiradoras más grande. Me encantaba pasar tiempo con ella ya que siempre me sentía como en casa, en paz.

Desde que papá se fue de casa Alex fue mi consuelo ya que para mí mi padre lo era todo y nos decepcionó mucho a mamá y a mí cuando nos enteramos que se iría porque tenía otra familia y ya no se sentía bien con nosotras. Fue duro para mí, pero Alex se encargó de ayudarme a disminuir el dolor, pero no me podía engañar aún lo extrañaba, mucho.

Dejando esos pensamientos atrás miré a Alex y sonreí, iba a ser un buen día.

Un largo rato después llegamos a la playa, no había tanta gente como 2 semanas atrás, más bien era un ambiente tranquilo y cómodo. Abrí la cajuela de mi auto y saqué la canasta que Alex había traído, ella estaba parada en la orilla viendo el horizonte, su vestido azul se movía con el viento, parecía el personaje principal de una película.

La canasta estaba pesada, moviendo un poco la pequeña manta que la cubría intenté ver que había comida dentro, ella había preparado todo eso. Me sentí mal por no haber hecho nada, pero planeaba comprar comida para ambas y dejarla elegir ya que sabía que a ella le encantaba.

Cuando volteó aproveché para hacer una seña con las manos para que viniera ya que necesitaba ayuda para poner la manta en la arena.

—Gracias— Dije señalando la comida.
—No tienes porque agradecer, lo hice con gusto. Sabes muy bien lo mucho que me gusta cocinar—Dijo sonriendo.
—Pensé en comprar comida y dejarte elegir, pero esto sin duda es mucho mejor— Dije tomando un trozo de queso.

Sonrió dándole paso a sus bonitos dientes y sus ojos azules se volvían más pequeños acorde sonreía.

Disfrutamos toda la tarde platicando sobre la escuela, comiendo y jugando en la arena sin ninguna preocupación. Todo era calma con ella. El atardecer cada minuto parecía más cerca y el cielo empezaba a tornarse de un color rosa y anaranjado, el tiempo pasó muy rápido y los días para volver a la escuela se acortaban, y tal vez, solo tal vez me sentía preparada para volver, pero mientras tanto disfrutaría las calurosas noches de verano restantes.

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