Capítulo Único

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En el lugar se respiraba una tranquilidad que no recordaba haber sentido en años

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En el lugar se respiraba una tranquilidad que no recordaba haber sentido en años. Las paredes de madera de la casa donde se encontraban y el interminable cielo azul que se asomaba por las ventanas no hacía nada más que aumentar aquella sensación, ¿la sentiría nuevamente? A pesar de que anhelaba que la respuesta fuera "sí" no podía mentirse, no creía ser capaz de experimentar algo así mientras viviera.

―¿Nos sentamos? ―preguntó Ace mientras servía té en ambas tazas que se encontraban en la mesa al centro de la habitación. Sobre la fina vajilla también se encontraban galletas y unos cuantos dulces dignos de los mejores cocineros de Whole Cake.

Sabo se acercó extrañado, un millón de pensamientos y sentimientos se arremolinaban en todo su ser, pero entre todos ellos el que más predominaba era la felicidad.

―No tenemos mucho tiempo, ¿verdad? ―preguntó como un susurro al viento mientras sentía cómo un nudo en su garganta se formaba lentamente. El de pecas simplemente negó con la cabeza.

―Hay muchas cosas que contarnos, ¿me equivoco? Lo mejor será que empecemos antes de... ―Se vio interrumpido por el súbito abrazo del rubio, no le importaban una mierda el té, las galletas, los postres o la fina vajilla que ahora se encontraban en el piso, solo quería abrazar a la persona frente a él y no volver a soltarla nunca.

―No tienes idea de cuánto te he extrañado, idiota... ―murmuró.

―¿Quién fue el que desapareció primero? ―dijo con un falso tono de reproche mientras correspondía el abrazo.

―Lo lamento, los preocupé mucho a los dos, ¿cierto? ―Sonrió ligeramente―. Luffy ni siquiera podía creer que era yo cuando me reencontré con él.

―Lo sé, aun después de todos estos años sigue siendo un llorón, creo que nunca cambiará. Pero aun así ha logrado tener una gran tripulación, compañeros que lo cuidan y se preocupan por él, y también se ha hecho con una gran fama. No puedo ni siquiera imaginarme la cara del abuelo cuando se enteró de su recompensa actual. ―Sonrió ante la imagen en su cabeza, ¿quién diría que aquel niño llorón que lo seguía a todos lados sería capaz de derrotar al shichibukai Donquixote Doflamingo? El rubio no respondió, se limitó a escucharlo, a sentir el movimiento suave de su respiración y la calidez que emanaba de su cuerpo. Era él. Ace estaba ahí, a su lado.

―Ace ―dijo con la voz quebrada―, lo lamento. Lamento mucho no haber podido ayudarte. De verdad que lo siento. ―Gruesas lágrimas empezaron a surcar sus mejillas mientras intentaba no soltarse a llorar en ese instante.

―¡Hey, no sabía que Luffy te había convertido en un llorón a ti también! ―respondió risueño mientras levantaba la cara del segundo al mando de los revolucionarios e intentaba limpiar sus lágrimas con sus pulgares―. No fue tu culpa, Sabo, no podías hacer nada.

―¡Lo sé, pero...!

―Pero nada. Escucha, viví mi vida como quise. Obtuve una buena tripulación, gente que me quería, grandes aventuras, dejé mi huella en la historia y nunca me arrepentí de mis decisiones. Inclusive ahora puedo hablar contigo, así que no tiene por qué llorar por mí, porque no hice nada que no quisiera. Salvo reencontrarnos.

Reencuentro PendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora