Cayendo al abismo

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En estos 20 años de vida, jamas pensé que toda mi existencia se reduciría a hacer lo que un sueño me mostró.  Aunque supongo que es algo comprensible ya que he tenido este maldito sueño durante diez largos años. Mi demencia ha llegado a limites sin retorno. 

Estoy cansada. Ya no puedo continuar.

Camino en medio de la noche hacia mi universidad. Es invierno, por lo que esta oscuro aunque sean las 7 am. La nieve comienza a caer muy ligeramente. Es como una postal navideña.

Tras caminar dos kilómetros, llego al edificio central de la Universidad Bellsound. Las puertas ya están abiertas pero las clases no comenzaran hasta las 8.30.

Subo por las escaleras de emergencia hasta el punto mas alto del edificio. Abro la puerta que da hacia la azotea y camino al exterior.

El viento comienza a soplar, y los pequeños copos de nieve cubren poco a poco mi cabello castaño. Me dirijo hacia la barandilla de la azotea. Cuando al fin llego, respiro profundamente. To dos mis recuerdos comienzan a atravesar mi mente, como si los buenos momentos trataran de convencerme de no hacer esta locura.

Tengo miedo.

Decido subir a la barandilla. Miro hacia abajo. La caída se ve algo... dolorosa. 

Pienso en mis padres, dos personas amables que murieron en un incendio fatal a mis 5 años, tal vez al fin pueda volver a verlos...

Escucho pisadas a la distancia. ¿Me ha descubierto algún guardia de la universidad?

Miro de reojo a aquel hombre que esta parado a tan solo unos metros de mi y noto que no lleva el traje de vigilante. Es el. 

Ha venido... al fin. Quiero verlo, necesito verlo. Giro con cuidado de no caer para verlo frente a frente.

-Te encontré...-su voz profunda hizo que mi pecho doliera. 

En un movimiento torpe, resbalo a causa de la humedad de la barandilla y caigo al vacío, sin poder decir ni una sola palabra. Cierro mis ojos y de un momento a otro, siento como alguien me toma entre sus brazos. En la inmensa caída, el joven que tantas noches he soñado, me abraza. Siento como su felicidad me llena de calidez y gélido aire que nos envuelve ya no surte efecto en mi. 

 Su tacto me reconforta, me aprieta un poco mas contra su cuerpo y en un instante, dejo de sentir el viento en mi nuca. Ya no estamos cayendo. El me carga en sus brazos y sin darme cuenta yo lo estoy abrazando.

-Sabias que vendría.- digo mientras levanto la cabeza para mirarlo a los ojos.

-En realidad, tu fuiste quien sabia que hoy nos encontraríamos.- responde mirándome de forma picara.

-¿Quien eres y por que estas aquí? ¿Me conoces? ¿Que mierda ha estado pasándome todos estos años? ¿Como es que de repente tu...- el joven me besa. Me quedo completamente perpleja e inmóvil por la sorpresa.

-Disculpa mi atrevimiento pero creo que esta era la forma mas sutil de callarte - me sonríe y delicadamente me baja.

-¿Que rayos fue eso?- aun estoy un poco aturdida por lo que acaba de pasar.

-Me llamo Eiji Tsuoru, es un placer... Haru.- Me quedo boquiabierta al escucharlo decir mi nombre ¿quien rayos es este sujeto? 

-Muy bien Eiji Tsuoru... creo que me debes algo mas que una presentación amable y... un beso silenciador, o lo que sea que fue ese rescate de hace un rato.- pongo los brazos en jarra - desde hace diez años, he tenido este tipo de... sueño, visión, premonición, pesadilla o como demonios gustes llamarlo. Tu - comienzo a perder la compostura -  tu apareces allí y como sucedió hace unos instantes, tu saltas junto a mi y me abrazas... ¿como demonios es que desde hace diez años sueño con esto que iba a pasar hoy?- Eiji e me acerca y toca mi hombro a modo de consuelo.

-Se que tienes muchas dudas, y también se que luego de diez años de no poder dormir bien, tal vez hasta hayas llegado a odiarme, pero solo te pido que tengas paciencia porque todas tus preguntas serán contestadas... a su tiempo. 

-¿Tiempo? ¿Acaso no notaste que intente suicidarme? tiempo es el que he perdido durante toda mi vi...- comienzo a sentirme mareada, como si mi cuerpo no respondiera, mis piernas comienzan a tambalearse y caigo en los brazos de Eiji.

-Por ahora, solo puedo darte el descanso que mereces.  Duerme, Haru.

(Próximo capitulo:  sueño profundo)



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