†LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO†

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Los susurros eran los gritos que pocos podían oír, y los sollozos eran los silencios eternos de las víctimas. Aquellas palabras siempre se repetían en mi mente cada vez que observaba mis manos manchadas de aquel liquido rojo de los cuerpos inertes en el suelo.

Los ojos sin brillo y con lagrimas secas en ella, la piel pálida cubierta de rojo vivo en todas partes por los cortes profundos en su esbelto cuerpo, su rostro totalmente deformado por los golpes en la pared y aquella gran mancha roja esparcida en el suelo color gris. Es una hermosa obra de arte, pensó satisfecho.

Sonreí de lado al darme cuenta que aquel rostro de terror aún se mantenía intacto a pesar de que ya no respiraba.

-Fuiste tan ingenua...-murmuró.

La gente a menudo se cree que están más seguros en la luz, pensando que los monstruos sólo salen de noche. Pero la seguridad, como la luz, es una fachada. En el fondo, el mundo entero está bañado en la oscuridad. Él lo sabía. También sabía que la única forma de estar realmente seguro era aceptando la oscuridad, caminar en ella con los ojos bien abiertos, para ser parte de ella.

En la vida todo se puede terminar en un solo parpadeo por causas anónimas, pero al parecer hay gente tan estúpida y tan cegadas que caen a la primera insinuación sin siquiera preocuparse si aquella persona podría ser un completo psicópata, un drogadicto o el monstruo que a nadie se le ocurría buscar a la luz del día.

Los seres humanos somos creaciones, somos un pecado en vida, somos personas que se dejan llevar por palabras bonitas y regalos costosos, por la lujuria y la pasión del momento, somos gente hipócrita y nunca hemos sido sinceros, ni con nosotros, ni con los demás. Y esta mujer podría haber seguido con vida, si tan solo, no se hubiera dejado llevar por las apariencias.

Es una lastima.

Chasqueé mi lengua repetidas veces mientras negaba con la cabeza. Supongo que ya no podrá seguir siéndole infiel a su esposo. Sonreí divertido mirando el cuerpo inerte por una última vez antes de voltearme y notar la mirada llena de miedo de aquella joven de veinte años atada en una silla frente a mi, que se mantuvo en total silencio en todo momento, manteniendo sus grandes ojos azules en el gran charco de sangre en el suelo.

-Creo que ya llegó tu hora, linda...-ella levantó la mirada de golpe y me miró con aquel rostro de pánico y terror, sus ojos se cristalizaron y negó con la cabeza repetidas veces, como si no pudiera creer en lo que digo.

Después de ver como asesine a esa mujer, ¿aún tiene esperanzas de salir con vida?, Ja! Se nota que esta niña es más estúpida e ingenua que la anterior.

-N-No-susurró- No p-por favor-soltó un sollozo-N-no lo haga... N-no por f-favor, s-se lo suplico...

Sonreí de lado. Como me encanta cuando la gente ruega por su vida. A mí me hubiera encantado hacerle suplicar un rato más, creandole tatuajes con la cuchilla y dibujar «JM» en todas partes de su cuerpo mientras escuchaba esos gritos desgarradores que tanto me gusta apreciar, con aquel rostro de sufrimiento mientras se desangraba lentamente hasta cerrar sus ojos y quedar un profundo sueño en el cual nunca despertara, pero, desgraciadamente no tengo el suficiente tiempo como para realizar todo aquello en un par de minutos, así que solo me limito en borrador todos esos pensamientos y acabar con este trabajo lo mas rapido posible.

-Lo siento, linda... Pero así son las cosas.-me encogí de hombros-Tu solita te metiste en este lío, así que, es mejor que te quedes calladita y déjame terminar con esto ¿si?-le sonreí con falsa inocencia.

-N-no lo haga, n-no, p-por favor...

-No me importan tus suplicas.-le dije- Eres una bella mujer, pero justo tenias que abrir esa maldita puerta...-la señalé-y todo por tu estúpida curiosidad. Si solo te hubieras dado media vuelta y te largabas... no tendrías que estar en esta situación, y yo no tendría que matarte a ti también. Pero...-apreté los labios-aquí estas, atada en una silla y a solo segundos de morir.

NO SOY UN ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora